En el País de Whomba los dioses sirven a los hombres, a cambio de que estos crean en ellos. Cada semana conoceremos un poco más de este mundo y aquellos que se encargan de mediar entre los habitantes de Whomba y los dioses, los encargados de llevar a cabo el “Intercambio Celestial de Whomba”. El autor edita la bitácora Casiopea. Las ilustraciones son de Mario Trigo.
Los padres de Whorde le despertaron casi al amanecer y le dijeron que tenía que lavarse y vestirse porque iban a ir a ver el fin del mundo y tenían que despedirse de los dioses. Whorde preguntó si iba a ir toda la familia y sus padres le dijeron que no, que todos no. Sólo su hermana y él, pero tenían que salir pronto porque habría caravana.
El Archipiélago de Kraal es una extraña formación rocosa al norte de Whomba.
Acros y Efna estaban en el suelo, les habían negado hasta una silla. Nunca habían imaginado que alguna vez iban a participar en uno de los consejos de los dioses mayores.
Amanecería en pocas horas, pero la luz no atravesaría los árboles hasta el mediodía. Una sombra cruzaba los bosques de Malparte.
Una energía azulada chisporroteo en la punta de sus dedos y Mighos dejó que el poder lo embargara.
Nur estaba metido hasta los tobillos en la corriente del río Gladen, al sur de Whomba.
Quedaba poco para el amanecer. Thogos se sentó en la arena y la tomó con sus manos, con el mar a sus pies. «Ya deberían estar aquí», se dijo. Pero no llegaban.
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