Cocinar no es un juego. Lo que hagamos aquí vamos a comérnoslo; así que mucha atención, disciplina, buen gusto y ganas de trabajar. Cada quince días una historia y una receta que podéis preparar vosotros mismos. A cocinar.
El autor de esta sección participa en Libro de Notas con una sección de cocina y otra de lengua.
Si había algo a lo que Zeus nunca se pudo resistir era a una chica guapa.
Total que se acercó y le dio conversación. La muchacha dijo llamarse Cynara y vivía en aquella pequeña isla junto a su familia. El caso es que Zeus se enamoró de ella, y para conquistarla la hizo diosa inmortal y se la llevó con él al Olimpo.
Pero al poco tiempo, Cynara se aburrió de la vida intrigante de los dioses griegos y regresó a su isla con su familia y sus amigos. Zeus, despechado por el abandono se enfureció y tronó que una diosa –y menos una tan bella- no podía quedar a la vista de los humanos. Así que, tirando de poderes divinos, hizo que de su suave piel comenzaran a brotar gruesas escamas verdes que la envolvieron hasta que la pobre chica quedó convertida en una vulgar (pero deliciosa) alcachofa.
Eso sí, en el interior de la planta quedó encerrada la ternura y suavidad del corazón Cynara, y ese sabor amarguidulce (como el amor) que es tan característico de la alcachofa.
Pues hoy, claro, vamos a preparar Alcachofas rellenas de gambas
Personal:
– 1 ó 2 Infantiles (más de 10 años)
– 1 adulto
Ingredientes:
– 8 alcachofas (4 personas) “de mercado” (no de lata)
– 200 gr de gambas peladas (congeladas)
– 1 cucharada de harina
– Aceite de oliva
– 1 vaso de vino para cocina
– Queso rallado (50 gr=1 sobre)
– Sal
– Pimienta blanca
– 1 limón
Materiales:
– Cuchillo de sierra
– Fuente de horno
– Cuchara de madera
– Cucharilla
– Olla
– Sartén mediana
– Escurridor de verduras (si tenemos)
Antes que nada, exprimimos el limón y dejamos su zumo en un plato hondo, que luego diremos para qué.
Primero hay que “mondar” las alcachofas, es decir, quitar la parte que no nos vamos a comer. Limpiar una alcachofa es fácil, limpiar ocho es un fastidio, pero no queda más remedio.
Hay que cortar el tallo –si lo trae puesto-, pero, en principio, respetaremos uno o dos centímetros para que podamos manejarlas.
Después hay que desnudarla de sus pétalos más desagradables, es decir, de las “escamas” que están por fuera, hasta dejar los tiernos. La mayor parte de la gente siente pena de desaprovechar tanto material y duda sobre si ya habrá eliminado demasiados pétalos.
Truco: no hay que “arrancarlos”, sino doblarlos hacia abajo y, si se parten, es que eran desechables, pero si se doblan es que ya hemos quitado todos los que había que quitar.
Al finalizar cada alcachofa, con un cuchillo de sierra, cortamos un centímetro de la punta, y el tallo sobrante de forma que quede una “peana” que permita a la alcachofa quedarse “de pie”. Después, introduciendo un dedo, las ahuecamos un poco. Además debemos remojarlas ligeramente en el plato donde tenemos el zumo de limón exprimido, porque si no las puntas cortadas se irán quedando negras mientras trabajamos con el resto de las alcachofas.
Cuando estén todas pondremos a hervir una olla con abundante agua y un poco de sal. Cuando arranque a hervir añadimos las alcachofas (una a una y sin salpicar) y las dejamos hervir quince minutos.
Mientras se hacen las alcachofas ponemos una sartén mediana con un fondo de aceite de oliva a fuego medio y, tras calentar un minuto, añadimos las gambas y removemos hasta que blanqueen (en crudo son un poco transparentes). Entonces ponemos una cucharada repleta de harina y un poco de sal y removemos para que se mezcle bien todo antes de echar en la sartén el vaso de vino blanco.
Removiendo, ahora a fuego lento, se formará una salsa espesa y blanca. Es momento entonces de apagar el fuego; y a estas alturas las alcachofas deben estar hechas.
Escurrimos las alcachofas y dejamos que todo se enfríe (momento para recoger lo que hayamos dejado por medio).Ahora se trata de rellenar el hueco de las alcachofas con la salsa de gambas, usando una cucharilla y ayudándose con los dedos (¡manos limpias!), para ir colocándolas de pie sobre una fuente de horno. Para rematar las cubrimos de queso rallado y las ponemos a horno “gratinador” (calor fuerte por arriba) unos cinco minutos (pero vigilando, que no se quemen).
Un delicioso plato, como no podía ser de otra forma, viniendo de una diosa.
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Oye Miguel, los alérgicos al marisco (snif) necesitamos alternativas para hacer con alcachofas!
Estoy de acuerdo: ya es bastante frustrante tener que renunciar a una gama de alimentos (y comer con “miedo” cuando se va a restaurantes donde normalmente no entienden qué es una alergia alimentaria).
En lugar de las gambas, puedes hacer idéntica receta con migas de bacalao, bien desaladas, y mejora si añades antes al aceite de freir dos ajos cortados en finas láminas.