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Con las cosas de comer, por Miguel A. Román

Cocinar no es un juego. Lo que hagamos aquí vamos a comérnoslo; así que mucha atención, disciplina, buen gusto y ganas de trabajar. Cada quince días una historia y una receta que podéis preparar vosotros mismos. A cocinar.
El autor de esta sección participa en Libro de Notas con una sección de cocina y otra de lengua.

Mumúchitl

Miguel A. Román | 14 mayo 2011

Fray Bernardino de Sahagún fue un fraile español, una de las primeras personas que viajó a América, en 1529, cuando todavía hacía poco que Colón hizo el viaje por vez primera. Bernardino se interesó vivamente por todo cuanto encontraba allí y mostró una profunda admiración por las costumbre de los indios que vivían en México, escribiendo varios libros sobre ellos. En uno de ellos escribió esto:
“Sembraban también un maíz tostado que llaman mumúchitl, que es una manera de maíz que cuando se tuesta revienta y descubre el meollo y se hace como una flor muy blanca”.

¿Sabéis de qué hablaba el fraile? Exactamente. Él fue el primero en contar a los españoles y resto del mundo cómo eran las palomitas de maíz.

Bueno, igual las llamáis de otra forma. Según de dónde seáis las llamaréis palomitas, pochoclos, pururú, pop, popcor, canchita, canguil, pororó, cotufas, poporopos, crispetas, maíz pira, cabritas de maíz, pipocas, rosetas, roscas, tostones o cocalecas. Todos esos nombres se usan en español.

Los mexicanos precolombinos, según Sahagún, no únicamente se las comían, también las ensartaban haciendo collares y adornándose con ellos en fiestas. En la Cueva de los Murciélagos, en Nuevo México (EEUU) se han encontrado palomitas de hace unos 4000 años.

Las palomitas de maíz se abren porque contienen un poco de humedad que al calentarse forma vapor, pero como tienen una cáscara delgada pero rígida, la presión aumenta dentro del grano hasta que al final explota y se forma esa “flor blanca”, que no es sino el almidón del grano súbitamente hinchado por la explosión de vapor. Pegados a cada palomita podéis ver restos de esa cubierta (que son los que se nos quedan entre los dientes al comerlas).

Eso responde otra interesante pregunta: ¿por qué algunos granos no estallan al hacer palomitas? Pues porque bien han perdido esa ligera humedad o porque la cáscara tenía algún defecto.

Hacer palomitas en casa es fácil: se pone la bolsa en el microondas, un minuto y a comer (cuidado al abrir la bolsa: el vapor que había en los granos se ha acumulado y sale muy caliente ¿verdad?). Bueno, pero ¿y si las queremos caseras-caseras, dulces y además de colores???

Personal:
– 1 ó 2 benjamines (más de 8 años)
– 1 adulto

Ingredientes:
– 1 taza de granos de maíz para palomitas
– Aceite de oliva
– Colorante rojo, amarillo y verde (de venta en supermercados, sección repostería)
– 250 gr de azúcar
– 1/2 vaso de agua

Materiales:
– 1 olla ancha con tapa
– 3 cuencos de cristal medianos
– 3 cuencos de cristal pequeños
– 1 sartén pequeña
– cuchara de madera

Ponemos en la olla un fondo de aceite a fuego medio. Echamos seis o siete granos de maíz y tapamos.

Cuando escuchemos el primer grano saltar es que ya está el aceite a la temperatura correcta. Abrimos y echamos dentro el resto del maíz y mezclamos rápidamente con el aceite. Dejamos hacer agitando suavemente la olla hasta que dejemos de escuchar explosiones y retiramos del fuego.

Recuerda:
Los granos deben ser lo más frescos posibles, pues si se secan no explotan. Así que si teneis maíz para palomitas guardado varios meses en casa se quedarán muchas sin hacer. :(

Ya están las palomitas. Si las quisiéramos “normales” bastará con añadir una cucharada de sal y remover.

Si nos atrevemos a más vamos con el colorante:

Repartimos las palomitas en los tres cuencos grandes.

Ponemos en cada cuenco pequeño unas gotas (seis o siete bastan) de cada colorante.

Ponemos en la sartén el azúcar y el agua y calentamos a fuego medio, removiendo hasta que “hierva” y no presente grumos. Entonces, con ayuda de la cuchara de madera, echamos una porción en cada cuenco con colorante y removemos obteniendo así “almíbar de colores”.

Echamos cada almíbar sobre las palomitas aún tibias y removemos para que se impregnen de los colores.

Ahora os las podéis comer… o hacer como los indios mexicanos: divertidos collares.


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