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Versos, desde el Pequeño a la abuela, por Ana Lorenzo

Todas las semanas se asomarán por aquí versos, poemas, fragmentos, estrofas y hasta canciones… de distintos poetas. Algunos os gustarán más y otros menos, supongo. Siempre podéis reescribirlos o dárselos a la abuela.

Maldiciones I: La jura de Santa Gadea

Ana Lorenzo | 26 junio 2010

Este fragmento está tomado del Romancero viejo, en concreto, del Romance de la Jura de Santa Gadea (el Cid había servido bien y luchado junto al Rey Sancho, a quien traicionan y matan; algunos sospechan que la orden partió del futuro rey, Alfonso, entre ellos, el Cid); fijaos en los versos 21 y 22, que se ponen primero entre corchetes tal y como aparecen en el Romance, y luego sin corchetes, como yo los aprendí. ¿No es, acaso, mucho, pero mucho más cruel sacar el corazón vivo que el corazón? Y, por el siniestro costado, que es el izquierdo, es más fácil sacarlo: si hay que hacer sufrir, mucho mejor por el contrario: el costado derecho, que tiene que atravesar más para hacerse con tan vital órgano.
Claramente, el Cid, hace que el Rey sepa que, si falta a su palabra, aparte de esa crueldad tremenda, no recibirá tratamiento noble; y es que para morir o ser asesinado en aquel entonces, también había clases, privilegios y humillaciones. Para que al Rey le produzca espanto, el Cid no solo le dice cómo le van a ajusticiar, sino cómo deberían matarlo por su condición de noble y de rey y no lo harán: de ahí la estructura afirmativo-amenaza, negativo-qué se pierde.
La poesía es una forma de maldecir muy eficaz, desde romances como este a conjuros brujos y otros que veremos.

Armando Menocal, 1887, wikipedia

Romance de la jura de Santa Gadea

«[…]

Villanos te maten, Rey,
villanos que non hidalgos

de las Asturias de Oviedo,
que no sean castellanos;

mátente con aguijadas,
no con lanzas ni con dardos,

con cuchillos cachicuernos,
no con puñales dorados;

abarcas traigan calzadas,
que no zapatos con lazo,

capas traigan aguaderas,
no de contray, ni frisado;

con camisones destopa,
no de holanda, ni labrados,

vengan montados en burras,
que no en mulas ni en caballos;

frenos traigan de cordel,
que no cueros fogueados.

Mátente por las aradas,
que no en villas ni en poblado

[saquente el corazón
por el siniestro costado,]

sáquente el corazón vivo
por el derecho costado,

si no dijeres verdad
de lo que te es preguntado:

si tú fuiste o consentiste
en la muerte de tu hermano.

[…]»

Para leer el romance completo, si queréis la versión del costado derecho, más moderna, en este sitio está disponible si preferís la más clásica (pero en romances que se conservaban oralmente al principio, ninguna versión es la única y verdadera), podéis acudir a la Biblioteca Virtual del Cervantes. Y, de paso, en los dos sitios podéis leer más romances. También podéis ir al Romancero General de 1600; aquí, en Google Books, la segunda parte.
Como siempre, en la librería o en las bibliotecas, podéis buscar, esta vez mejor por el título: Romancero viejo; aunque Ramón Menéndez Pidal tiene varios libros, como Flor nueva de romances viejos, por ejemplo.


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