Capítulo 32: Bueno, Esfinfe, al grano, ¿ok?

Teníamos un diminuto problema… ¿Dónde huesos se hallaba la esfinge?

—¿Dónde está la esfinge, Tobi?
—No lo sé Migui, habrá que buscarla.

Anduvimos un buen rato, parecieron horas…

—GUUUAAAAUUUU!!! —chilló Draco. —¿Qué huesos pasa? —¡Eso! —chillaron Migui y Draco a coro.

Ahora yo también lo veía. Era una luz hiper-chillona con un siniestro punto negro en el centro.

Esa luz descendía, mas o menos… Mejor dicho JUSTO hacia nosotros.
Empezó a apestar a “Pum” de Draco, del miedo, lo que empeoraba la situación. De repente, se quedó clavada enfrente de nosotros. De ese punto negro se formó una silueta.

—¡Esfinge! —gritó Migui alarmado. Ella nos miró con desprecio.
—Bien. A ver que tenemos aquí… Dijo—. ¡Oh! ¡Dos chuchos y un minino! A ver qué acertijo les ponemos…
—¡Eh, fea! —gritó Draco—. ¡¡¡Lo de chucho no se acerca a mi pedigrí de shiba inu color crema!!!

—¿¡Cómo te atreves a llamarme fea!?
—¿Y tú a mí chucho?
—Venga, vale, lo dejamos…

Draco puede tener todo el miedo que quieras, pero un comentario despectivo hacia su pedigrí… ¡No se lo cuela ni él!

—…Veo que os ha mandado Sía; para que me capturéis. No me preguntéis por qué lo sé. ¡Yo lo se TODO! —gritó—. Así que os pondré un acertijo… Si lo resolvéis os concederé el deseo de llevarme junto a Sía. Si no… ¡os comeré!

—¡Caníbal! —grité asustado.
—No… —dijo calmada—. Sería caníbal si me comiese a otras esfinges… Bueno,una vez me…
—Bueno —le cortó Migui-Esfinge—… Al grano, ¿ok?
—Vale, minino. Comienzo.
…Un granjero tiene tres cosas:
-Una oveja;
-Una lechuga;
-Un lobo.
Si tiene que cruzar un río en barca, y en la barca sólo cabe él y otro objeto… ¿cómo lo distribuiría? Ya que, si se lleva la lechuga, el lobo se come a la oveja; y si se lleva al lobo, la oveja se come a la lechuga.

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Miramos a Migui, el cerebro del grupo.
—No me miréis a mí. Soy listo… ¡pero no un filósofo! Tendría que hacer varios viajes para irme a estudiar filosofía; a los E.E.U.U., a Francia…

Entonces dí con la respuesta.

—¡Migui, eres un genio! —grité.
—Ya… Tengo un cociente intelectual de….
—¡No! No es eso…. Esfinge —dije mirándola a sus ojos llenos de ira—. El granjero se lleva a la oveja al otro lado. Y la deja allí. Luego va a por la lechuga.

Entonces la va a dejar junto a la oveja, pero cuando la deja vuelve a subir a la oveja y a dejarla junto a el lobo. Cuando llega, baja la oveja y sube al lobo, y a continuación lleva a este junto a la lechuga. Luego vuelve a por la oveja, la lleva junto a la lechuga y el lobo, y siguen su camino.

La esfinge, furiosa, se dejó caer en nuestras patas. ¡Había acertado! La atamos y la llevamos a casa de Sía a lo lejos,divisé la casa.

¡Ya tenía una pared pintada!