*Un lujo de Viaje* trata sobre un perro, Tobi, que se cuela en un armario mágico que le lleva a una especie de mundo alternativo. Allí, junto a su mejor amigo Draco, vive muchas aventuras y conoce a gente muy curiosa y simpática. Me llamo Adriana y tengo 10 años.
Migui tropezó, y sonó. ¡Vaya si sonó!
Se oyó un estruendo por el pasillo. Aparecieron nuestros “queridos amigos” Bito, Codra y Guimi. Estos vieron a Migui fuera de la celda, y se aceleró a meterse dentro de la celda, a causa del susto.
—¿Os queríais escapar? —se burló Bito.
—¡Si! —gritó Draco—. Espera… ¿¡Por qué he dicho eso!?
—No tengo ni idea …!!! —rosmó migui en bajo.
—Pues espero que os lo pasarais muy bien en la celda, porque ahora os llevaremos al Laberinto de Grodon. Es un laberinto que de tarda en hacer 4 semanas. Eso sí, si no te pierdes!!! Os daremos agua y comida para 5 días…
—Pero… Has dicho 4 semanas… —dije agarrando los barrotes de la celda que nos tenía presos.
—¿Y qué creías? ¡Si no te has percatado, pretendemos que sufráis, no que os lo paséis bomba allí, con un montón de comida! —dijo Guimi
—¿Puedes repetir? No te he entendido… —dijo Migui, solo para fastidiar.
—¡¡¡QUE QUEREMOS QUE MURÁIS, HOMBRE!!! —gritó Bito—. ¡Gordo! ¡Llévatelos!
De repente, apareció un bicho ENORME por la puerta. Parecía una mezcla entre lobo y jabalí. Se puso en pie y abrió la puerta de nuestra celda y nos cogió por las patas traseras de mala manera. Salió de la sala de la celda. Justo ahí esperaba un bicho raro como él que empezó a charlar con el bicho este que nos sujetaba. Mientras caminaban hacia el supuesto Laberinto de Grodon, estábamos los tres colgando, y muertos de miedo: Draco se tiró su cuesquete del miedo, que nos preocupó aún más, porque aquel tufo era tóxico y mortal.
De pronto, me entró el sueño y me quedé dormido… Soñé con todas las aventuras que tuvimos… Y también con aquel ángel con el que soñé. Me recordaba a alguien en concreto, pero no me acuerdo de quién. Estaba soñando tan plácidamente cuando Draco me despertó.
—Tobi, amigo mío… ¿Tu que harías si ahora mismo tuvieras unas ganas TREMENDAS de hacer pipí y no lo quieres hacer en estas condiciones…?
—Pues me aguantaría… —dije soñilento.
—¿Y si no puedes?
—Pues no puedes… —dije a punto de volverme a dormir.
—Tobi, por favor!!! —dijo Draco rojísimo de aguantar.
—¡Pues lo haces! —le dije un segundo antes de dormirme otra vez.
Cuando me desperté, estábamos atados con una dura y fría cuerda como correa agarrada por el segundo “jabalobo” que apareció, porque Draco manchó de… (ejemp, bueno, ya sabéis de qué le manchó) al bicharraco que nos llevaba colgados.
—Sorry… —se lamentó Draco—. Solo seguí tu consejo.
Nos volvió a coger el bicho afectado. Caminó un poco y luego nos dejó con tres cantimploras y tres bolsas de comida delante del laberinto. En la puerta había un gran cartel:
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