El Diario de Puchi Smeath cuenta las aventuras de un loco explorador felino, que quiere que todo el mundo conozca sus hazañas. Es obra de Marta Bao, una niña de 9 años que gracias a las enseñanzas del Profesor Burro, ha conseguido tener a su gatita Puchi, en la que se está inspirando.
Mientras Tom y yo íbamos a por una red para cazar a los ojos, Zas y Migui se quedaron para observar su comportamiento, es decir, ver cómo eran, cómo se movían…
Después de esperar un rato, Migui vio que algo se movía en un arbusto. De repente, de él salió un ojo arrastrándose. Era de color blanco con una especie de rombo de color rojo intenso en su interior. Migui contuvo un grito.
Al momento salieron ojos por todas partes: algunos del suelo, otros de las ramas de los árboles.
Volvimos con la red y la que trajimos fue la única que habíamos encontrado, era de color verde y tejida a mano, algo vieja. Después de usarla, ya la devolveríamos, si es que seguía sin romperse.
Al llegar y después de las explicaciones de Zas y Migui, ya sabíamos cómo capturarles: atrayéndoles hacia la red y luego cerrándola con dos cuerdas.
Sólo había un problema, ¿quién sería el que los atraería? ¿quién sería el cebo?
Colocamos la red en un extremo del bosque y yo me puse donde estaban los ojos. Sí, al final iba a ser yo el cebo.
Cuando estuve seguro de que todos los ojos me miraban, eché a correr hacia la red, con todos los ojos detrás persiguiéndome, para luego, en el último momento, girar mientras los ojos chocaban contra la red que los envolvía, quedando atrapados en ella.
Tuvimos que soltar unos cuantos, pues habíamos capturado demasiados.
Ahora sólo faltaba regresar junto a Barba-Miaucho con los ingredientes.
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