25. ¡Otra vez en apuros!

Por fin Puchi y sus amigos habían salido de aquella isla. Pero no penséis que todo acaba aquí, ¿eh? Sus aventuras aún no habían acabado.

Debíamos estar a mitad de camino de nuestro hogar. Mi lomo estaba quemado por el Sol y mis brazos estaban hechos polvo de tanto remar.

Bueno, como iba diciendo, íbamos a mitad de camino cuando nos encontramos con un buque capitaneado por un perro de pelaje pardo y ojos verdes y pequeños; tenía una cara simpática y graciosa.

Nos invitó a subir; nosotros, como ya estábamos muy cansados de remar, aceptamos encantados.

Descansando y charlando con el capitán pasamos el resto del día y pronto llegó la noche.

En medio de aquella noche oscura y tenebrosa vimos una sombra a lo lejos que se acercaba cada vez más a gran velocidad. Al principio no sabíamos qué era, pero cuando nos dimos cuenta, un miedo espantoso se apoderó de nosotros. Lo que vimos nos dejó paralizados: ¡era una bandera pirata!

Intentamos advertir al capitán. Pero nadie nos hizo caso.

Pronto el barco pirata llegó a nuestro lado y, silenciosamente, nos abordaron y empezaron a atracarnos y a robarnos todas las cosas.

Los que habían sido prudentes habían saltado al mar con un bote salvavidas; pero nosotros no podíamos hacer nada porque ya estábamos sometidos a su poder.