El Diario de Puchi Smeath cuenta las aventuras de un loco explorador felino, que quiere que todo el mundo conozca sus hazañas. Es obra de Marta Bao, una niña de 9 años que gracias a las enseñanzas del Profesor Burro, ha conseguido tener a su gatita Puchi, en la que se está inspirando.
Dicho y hecho, al momento nos pusimos a investigar para averiguar la fecha del día de la cosecha. Al final supimos que iba a ser el 10 de octubre, ya que Topotrón había decidido que fuera esa la fecha del famoso día de la cosecha.
Cuando confirmamos que la fecha era correcta, fuimos a decirle a Topotrón que nosotros “dos” (acordaos que estábamos en pareja: uno encima del otro) queríamos apuntarnos.
Como no había muchos voluntarios (a los topos no les gustaba salir al exterior porque como ya sabéis no ven muy bien), rápidamente fuimos anotados como parte de los 10 candidatos para salir al exterior.
Los días siguientes todos estábamos nerviosos. Nadie hablaba con nadie. Estos días transcurrieron silenciosos y sombríos. Parecía que todo el mundo estuviese esperando la llegada del día de la cosecha. ¡Quién sabe por qué!
Por fin llegó el ansiado día. Todos los participantes nos reunimos y salimos al exterior.
Allí nos teníamos que dividir por parejas. Por supuesto, nosotros 4 formamos todos una “pareja”.
Pasamos el resto del día recogiendo materiales, tanto si servían para la mina como para el arma (eso sí, no cogimos ningún animalito indefenso para convertirlo en esclavo).
Pronto llegó el momento de acostarse: mañana sería un nuevo día.
Decidimos guardar lo que habíamos recolectado (¡que ya era bastante!) en lo alto de la copa de una palmera.
Tom, Zas y yo subimos a colocar los materiales y los dividimos en dos grupos: “materiales para la mina” y “materiales para el arma”, que después nos llevaríamos a escondidas para fabricarla.
Migui, mientras, nos pasaba las cosas que nosotros íbamos colocando, pues Migui era más pequeña y no sabía bajar tan rápido y bien como los demás.
Pero después de este día tan “recolector” hacía falta un buen descanso. Nos hicimos una cabaña con ramas para resguardarnos durante la noche. No nos salió especialmente bien: Tom y yo las habíamos hecho mejores y en menos tiempo, pero de aquellas estábamos en plena forma y muy descansados.
Durante la noche me desperté sobresaltado. Me había parecido oír un ruido.
Fui a mirar y como no vi nada, me fui otra vez a la tienda.
Seguramente había sido cualquier animalito correteando.
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Estoy deseando leer la próxima entrega para saber como harán el arma y lo que pasará después.