El Diario de Puchi Smeath cuenta las aventuras de un loco explorador felino, que quiere que todo el mundo conozca sus hazañas. Es obra de Marta Bao, una niña de 9 años que gracias a las enseñanzas del Profesor Burro, ha conseguido tener a su gatita Puchi, en la que se está inspirando.
Mi nombre, por si no lo recordáis, es Rufus Smeath y estoy deseando seguir contándoos las aventuras de mi antepasado Puchi Smeath, después de este descanso veraniego.
Mis tres amigos y yo nos levantamos a la mañana siguiente y al salir a la calle vimos que todos los habitantes de la ciudad estaban muy contentos y nos felicitaron por haber acabado con todas las ratas.
Después de aquella aventura nos merecíamos un buen descanso y así lo hicimos. Pasamos el verano de la mejor forma que pueden pasarlo cuatro intrépidos amigos: trepando a los árboles, tomando el sol, yendo a la playa… Cada vez nos hacíamos más amigos y formamos un club, al que llamamos “Los cuatro intrépidos” y como lema copiamos el de los tres mosqueteros: “Uno para todos y todos para uno”.
Un día caluroso de verano, en principio como cualquier otro, decidimos ir de crucero y así conocer otras islas del Caribe.
Mientras caminábamos hacia el barco, un coco le cayó a Zas, justamente en el hocico (¡vaya puntería!) y le hizo sangre.
—¡No es nada, no es nada! —dijo Zas, en cuanto vio nuestras miradas de preocupación.
Entonces fuimos a coger un poco de algodón (suerte que estábamos cerca de casa).
Seguimos nuestro camino y llegamos al transatlántico, en el que íbamos a hacer el crucero por el Caribe. Era un barco muy grande y precioso, de color blanco y rojo y pensamos que nos lo íbamos a pasar genial en este viaje.
Al entrar, Zas tropezó y se dio otro golpazo en su hocico, que volvió a sangrar. Su hocico parecía ya un pimiento de lo hinchado que estaba.
Después de un rato navegando, uno de nosotros resbaló y se cayó por la borda, con tan mala suerte que se golpeó en el hocico y empezó a sangrar . ( Sí, habéis acertado, fue Zas; ¡al pobre siempre le estaban pasando accidentes).
—¡Zas, cuidado! —gritó Migui, señalando con la pata una aleta de tiburón que iba dirigida hacia Zas – ¡Le atrae tu sangre!.
Zas, horrorizado, no sabía qué hacer.
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Una amiga me habló del pequeño ldn, y me dijo que estaba genial. La verdad es que tenía razón. He estado curioseando y me ha gustado mucho.
Marta, te animo a que sigas escribiendo porque lo estás haciendo genial para lo pequeña que eres. ¡Ánimo!
Pues si que está siendo movidito el crucero.
Estoy deseando leer la siguiente entrega para saber como se libra Zas del tiburón.
Por fin volvió el pequeño ldn y con él, el diario de Puchi que me encanta. A ver si el siguiente capítulo es tan interesante como este.
jajaaja me encantaría ser Puchi,Zas y Rufus.