Pequeño LdN


Con las cosas de comer, por Miguel A. Román

Cocinar no es un juego. Lo que hagamos aquí vamos a comérnoslo; así que mucha atención, disciplina, buen gusto y ganas de trabajar. Cada quince días una historia y una receta que podéis preparar vosotros mismos. A cocinar.
El autor de esta sección participa en Libro de Notas con una sección de cocina y otra de lengua.

Los ositos bailarines

Miguel A. Román | 19 febrero 2011

Cuando Hans Riegel era niño, por su pueblo pasaba un pequeño circo ambulante. Eran artistas en una carreta que hacían juegos malabares, equilibrismo y algunos animales amaestrados, entre ellos osos domesticados que bailaban al son de la música (eran otros tiempos, los osos son animales salvajes que sufren mucho en cautividad).
Al crecer, Hans se hizo repostero, fabricante de dulces, y fundó una empresa que llamó HARIBO (HAns RIegel de BOnn).

En una ocasión se le ocurrió hacer un caramelo nuevo: en un pequeño molde vertió una mezcla de zumo de frutas, azúcar y gelatina. Se le ocurrió hacer el molde en forma de osito, y darle al dulce el nombre de “ositos bailarines” (“Tanzbaer” en alemán), en recuerdo de aquellos pobres osos cautivos.

Desde entonces, y hasta ahora, su empresa sigue fabricando los ositos de goma de muchos colores y sabores. En España les llamamos a estos dulces “Gominolas”, pero la palabra “gominola” pertenecen realmente a otra marca, aunque el tipo de caramelo es el mismo. El nombre “gominola” lo inventó en los años 60 Isidro Pastor, de la empresa madrileña “Pastor y Canals” (ROYPAS), así que, realmente, los “ositos” no son de “gominola”, pero el nombre que inventó el Sr. Pastor para su producto es el que normalmente se utiliza para este tipo de caramelo, sean de la marca que sean (en Hispanoamérica les llaman “gomitas”).

Por eso, fue “osito gominola” la forma en que se tradujo al español este vídeo de animación con una pegadiza musiquilla que fue un “éxito” en Internet hace unos años.

Es fácil hacer gominolas en casa. No salen más baratas, pero nos permite elegir nuestros propios sabores, y además es bastante divertido.

Recuerda:
La gelatina es básicamente proteina. Esto, junto al zumo de frutas, lo haría un postre nutritivo, pero esta receta tiene mucho azúcar, así que no abuséis o hacedla con la mitad de azúcar.

Personal:
– 1 ó 2 Benjamines (más de 8 años)
– 1 adulto

Ingredientes:
– 3 hojas de gelatina neutra
– 1 sobre (100gr) de gelatina de frutas
– 1 vaso de zumo de fruta (mejor si coincide con el sabor de la gelatina) Lo normal es un vaso –250 cc–, pero en cualquier caso es LA MITAD de lo indicado en el paquete.
– 100 gr de azúcar

Materiales:
– 1 cazo mediano para calentar
– Brazo batidor
– Molde de silicona o recipiente ancho
– Plato ancho
– Cuchara

En un plato o caldero ancho ponemos en remojo (en agua fresca) las láminas de gelatina neutra. Tienen que estar unos minutos para que se hinchen y reblandezcan.

Mientras tanto calentamos suavemente la mitad del zumo de frutas (1 vaso). (Por cierto, yo he utilizado jarabe de fresas congeladas, son muy baratas pero dan un jarabe excelente). Cuando empiece a hacer vapor apagamos el fuego, añadimos el sobre de gelatina de fruta y removemos bien con una cuchara hasta que esté casi completamente disuelto.

Escurrimos el agua sobrante de la gelatina neutra y añadimos esta a la mezcla. Ahora es mejor llevar el caldero a la mesa o encimera y disolverlo bien con el brazo batidor. Añadimos el azúcar y removemos un poco más.

¡Cuidado!:
El brazo batidor hay que ponerlo vertical y a velocidad baja. Si lo inclináis salpicaréis todo… ¡¡¡y es muy pegajoso!!!
Siempre se usan las dos manos: una sujeta el caldero y la otra maneja el batidor.

Si utilizamos un molde de silicona “fláccida”, será mejor que lo pongamos sobre una tabla de cortar o una bandeja rígida. Con la ayuda de una cuchara honda o un cacillo pequeño vamos llenando los huecos con la mezcla de gelatina y zumo, procurando no derramar.

Como no todo el mundo tiene en casa moldes especiales para gominolas, podemos usar una bandeja de horno o un táper ancho (o varios) y echar la mezcla en él hasta más o menos un centímetro de alto.

Como quiera que sea, lo llevamos a la nevera y allí se queda al menos cuatro horas (mejor seis, por si acaso), a esperar que cuaje.

Cuando esté sólido (se toca con un dedo y no se queda una gota pegada al dedo) podemos desmoldarlo. Si hemos usado molde de silicona debe bastar con apretar suavemente la parte de atrás, pero si vemos que se rompen puede que sea buena idea ponerlo un minuto en agua tibia.

Si lo que hemos usado para cuajar la gelatina es una bandeja, podemos cortarla con un molde para cortar pastas o galletas, o más simplemente con un sacacorazones para manzanas: “pinchamos” y sacamos un bocado que luego desprendemos con el dedo.


Ahora podemos dejarlas así, lustrosas, o “rebozarlas” en azúcar si nos hubieran quedado muy pegajosas (o si es que sois especialmente golosos). Si fuera solo gelatina “normal” no podríamos dejarlas mucho tiempo fuera de la nevera, pero como hemos aumentado la concentración de gelatina serán bastante estables. De todas formas, el calor no les sentará bien, así que nada de manosearlas.


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