Yuyu, por John Tones y Guillermo Mogorrón
Las historias de yuyu son las historias que se cuentan, en penumbra y en voz baja. Son historias que no tienen explicación, que no quieren tener explicación o que nunca antes han sido explicadas. Y ahora, en el Pequeño LdN, cada quince días, tendrás fantasmas, invasiones, sucesos extraños y maldiciones sin explicación. Prepárate para tu ración de Yuyu.
El autor de estos cuentos es escritor y músico de rock, y entre otras cosas hace la página FocoBlog. Guillermo, el encargado de ilustrarlas, tiene un blog de dibujos.
Muy oscuro
John Tones y Guillermo Mogorrón
| 19 febrero 2011
Ya hemos hablado otras veces de la oscuridad. Normal: en la oscuridad suceden y habitan cosas que no vemos, que solo imaginamos. Y a veces, que ni podemos ni queremos imaginar. La oscuridad es un secreto donde solo podemos intuir qué sucede, porque desaparecen las certezas y todo es duda y misterio.
Pero somos conscientes de que hablamos de una oscuridad que no es total, ¿verdad?
Esta noche métete en la cama, cierra la ventana y la puerta, apaga la luz. Un estallido negro te inundará los sentidos, pero solo durará unos segundos. Pronto, si mantienes los ojos abiertos y el oído atento, comenzarás a detectar pruebas sensoriales de que aunque tú estés aislado por un manto de oscuridad, todo sigue funcionando ahí fuera. Alguien más en tu casa que sigue despierto, coches y gente en la calle, algún mueble viejo que cruje, un rayo de luz de una farola que se cuela entre las esquinas de una persiana mal cerrada, una sombra que baila en el techo… Nunca vas a saber qué oculta esa esquina resguardada de todo, eso es cierto, esa esquina de tu cuarto completamente negra y oscura, pero tus sentidos siguen recibiendo muestras, a pesar de todo, de que el mundo sigue girando a la misma velocidad que cuando apagaste la luz.
¿Sabes lo que es un tanque de privación sensorial? Es un cilindro que te aísla del exterior de forma total y absoluta. A veces se usa con fines experimentales, a veces como sistema de relajación extrema y muchas veces, por desgracia, se ha empleado como forma de tortura. El motivo que puede hacerte perder los nervios por completo: borra esa sombra que baila en el techo, esos ruidos de la calle, esa tranquilizadora rendija de luz. Y borra también el olor que llega de la cocina y el agradable tacto de la sábana sobre tu piel, la posibilidad de meter la cabeza bajo la almohada o pedir auxilio. Es lo más parecido a estar flotando en el espacio, atrapado dentro de tu traje de astronauta. Lo único que oyes es tu respiración, cada vez más acelerada, y el latir de tu corazón, que comienza a querer salir del pecho.
¿Oyes ese zumbido leve? ¿Te lo estás imaginando porque tu cerebro tiene que empezar a fabricar sonidos que en realidad no existen para tener una actividad mínima? ¿Y ese frío en la punta de los dedos? ¿Entra aire por algún sitio —es imposible— o de nuevo tu cuerpo te traiciona? ¿Cuánto tiempo llevas ahí? Es complicado de saber cuando no tienes ninguna referencia. ¿Horas, días, meses?… Sin los sentidos, la realidad se convierte en un enorme ataúd del que no hay escapatoria.
Así que la próxima vez que tengas miedo a qué se esconde en la oscuridad porque has oído un ruido inquietante o ves una luz que no sabes qué significa, párate a pensar. Al menos, por terrible que sea… ahí hay algo.
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