Capítulo 36: ¡A por la número 2!

Decidí no dar media vuelta. Solo seguir hacia delante.
—Oye Migui… —susurró Miau—. ¿¿¿Dónde estamos???
—No lo sé… No sé dónde estamos. ¡Por eso es un laberinto!
—Tobi… —susurró Draco.
—Yo tampoco sé dónde huesos estamos —dije mientras olisqueaba el aire frío.
—No es por eso… Es si me podéis esperar. Tengo que ir a… ya sabes qué…
—Tranquilo, te esperamos.
—Mejor… aguanto un poquito…
—Vale.

Nos encontrábamos a los pies de la montaña, listos para escalarla.

Fue fácil por una parte, pero difícil por otra ya que Draco no paraba de cantar una canción de las suyas. Tardamos un buen rato en llegar a la cima, pero lo conseguimos.
Antes de decir nada de Sía Libera le pregunté a la Podiuya y a la esfinge…

—¿Para qué os utilizó Sía?
—Nos quitó nuestros poderes —respondió la esfinge.
—Oh… lo siento mucho —respondí.
—Tranquilo, nos ha beneficiado mucho. Ahora nos sustituirán otras criaturas en la prueba que se nos necesita. Nosotras saldremos de este laberinto y volveremos a nuestros hogares natales. Prácticamente, todo el mundo que está aquí está condenado por Bito y sus secuacesñ… Incluso Sí… Yul.
—¿Quién ratones es Yul? —preguntaron Migui y Miau a coro
—Lo descubriréis cuando digáis la frase de Sía —dijo la esfinge.

Venga, vamos. Juntamos nuestras patas en forma de estrella, dispuestos a decir la frase cuando le esfinge dijo:
—No sé por qué hacéis esa chorrada de las patas en estrella…
—Es que queda más dramático —respondí.
—¡SÍA LIBERA! —gritamos.

Todo se volvió oscuro. Lo único que brillaba era una puerta como hecha de nube en la que ponía: