El Diario de Puchi Smeath cuenta las aventuras de un loco explorador felino, que quiere que todo el mundo conozca sus hazañas. Es obra de Marta Bao, una niña de 9 años que gracias a las enseñanzas del Profesor Burro, ha conseguido tener a su gatita Puchi, en la que se está inspirando.
6. ¡Cuba!
Marta Bao
| 21 mayo 2011
¡Por fin habíamos llegado a Cuba!
Desembarcamos en una playa que se llamaba Bacuranao, a 15 kilómetros de la capital que según aprendí se llamaba La Habana. Era un sitio precioso, las aguas eran cristalinas y la arena era fina como la sal, también había palmeras para poder resguardarse del sol…
Cuando estábamos ya todos en la playa, vimos desde allí pasar a unos delfines haciendo piruetas. ¡Fue un espectáculo maravilloso!
Todo esto era encantador, pero había un detalle muy importante que no era tan bonito: ¡Cuba estaba plagada de ratas y ratones!.
No podías dar un paso sin que un montón de esos repugnantes roedores te mordisqueasen las patas. No me extraña que hubiesen llamado a mi padre, el mejor cazador de Londres, para eliminarlas.
Cuando llegamos a la capital que era de donde habíamos recibido la llamada, vimos que la situación era peor: las ratas estaban por todas partes y molestaban continuamente a todos.
En la capital lo que más me llamó la atención (aparte de tanto roedor) fueron sus calles estrechas con casas a ambos lados.
A mí lo que más me gustó fue la zona costera (quizá por mi espíritu aventurero); creo que la capital tampoco le gustó a Tom, que en aquel momento estaba mirando el “paisaje” con cara rara.
Mientras mis padres estaban hablando con el gobernador de Cuba que era el pastor alemán Rex Céspedes Look, para llegar a un acuerdo y firmar el contrato, mis abuelos, Tom y yo estábamos mirando casas que nos gustasen a todos (incluído Tom, que para eso ahora era mi “hermano”).
Lo de buscar casa fue muy complicado porque no debéis olvidar que en Cuba se habla español y nosotros sólo hablábamos inglés (la única que sabía español era mi madre pero estaba con mi padre y con el gobernador haciendo de traductora).
Al final, después de mucho mirar y de entendernos por señas, encontramos una casa enorme a las afueras de la ciudad, muy amplia y soleada, y con un jardín enorme para que Tom y yo pudiésemos jugar. Además estaba cerca de la playa:
ESTE IBA A SER NUESTRO NUEVO HOGAR
Me está gustando mucho el diario de Puchi, estoy esperando impaciente el siguiente capítulo.
Pues está a la vuelta de la esquina, que ya he descifrado casi todo el manuscrito.