5. Un largo viaje

Estaba contentísimo de volver a ver a mi amigo Tom, pero ahora había un problema: Tom era un polizón y no tenía ni dinero ni camarote, así que si lo pillaban nos meteríamos en un buen lío. Entonces yo decidí contarles todo a mis padres.

Mis padres, que son los mejores del mundo, decidieron adoptar a Tom (recordaréis que era huérfano) y pagar su viaje y por eso se fueron a hablar con el capitán. Como nuestro camarote era muy grande se pudo quedar con nosotros.

Yo le conté a Tom como eran los otros pasajeros del barco porque como él estaba escondido dentro de la lancha no los había podido ver.

Al día siguiente fuimos a conocer a la familia Zonk y allí estaban los gemelos haciendo rabiar a su hermanito.

Al vernos corrieron hacia nosotros y empezaron a hacernos muchas preguntas, sobre todo a Tom para saber cómo se había subido al barco sin que nadie lo viese, si había tenido miedo…

Nos hicimos amigos y fuimos a jugar a la cubierta. Los gemelos se llamaban Xifo y Foxy.

Una tarde, hubo una tormenta tremenda y todos los pasajeros estaban asustados, incluso mi padre, que lo tuve que tranquilizar yo.

Había unas olas enormes, de más de 10 metros de altura, que caían sobre la cubierta una y otra vez rompiendo varias cosas y arrastrando todo lo que encontraban.

Cuando yo vi que una cuerda del mástil se iba a soltar después de golpearlo una ola, no lo pensé, corrí hacia la cuerda y la agarré en el último momento, sin importarme que una ola me arrojase al mar.

Cuando se calmó la tormenta el capitán me dio las gracias por lo que había hecho y como recompensa me dejaba manejar el timón un poco cada día.

Después de muchísimas semanas de viaje, un día vi, a través del catalejo, ¡TIERRA!

Avisé a todos de que al fin habíamos llegado a Cuba, mi nuevo país.