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Diario de Puchi Smeath, por Marta Bao

El Diario de Puchi Smeath cuenta las aventuras de un loco explorador felino, que quiere que todo el mundo conozca sus hazañas. Es obra de Marta Bao, una niña de 9 años que gracias a las enseñanzas del Profesor Burro, ha conseguido tener a su gatita Puchi, en la que se está inspirando.

3. Mi nuevo vecino

Marta Bao | 9 abril 2011

Perdonad, chicos, por no haber seguido contándoos la historia de mi antepasado Puchi Smeath; pero es que al manuscrito le faltaban unas hojas y tuve que volver a la excavación a ver si las encontraba.

Después de excavar mucho las encontré y, con mucho esfuerzo, porque estaban muy arrugadas, pude seguir leyendo lo siguiente:

(Por si no os acordáis, nos habíamos quedado en la parte en que mi tata abre la puerta)

Era… ¡MI NUEVO VECINO! Un pitbull de más de tres metros ( o eso me pareció a mí). Era un auténtico “giganperro”.



Nada más verme me dijo:

―Me ha parecido oler a carne felina, mmm…; quiero decir a un gatito precioso y adorable… Permíteme que me presente, soy tu nuevo vecino de la casa de al lado y me llamo Chisme.

Yo, cuando vi a ese enorme ejemplar perruno, me di cuenta de que no venía con buenas intenciones y que como me descuidase, me iba a zampar. ¡Menos mal que en ese momento llegó mi padre y el perrazo se marchó!

Al día siguiente, cuando vi a Tom, le conté todo lo que había sucedido y Tom me propuso que empezáramos una “guerra” contra el pitbull, al que le pusimos de apodo Chatarro, porque para nosotros era como chatarra.

La guerra empezó esa misma tarde, con una de nuestras particulares “bromas”, que habíamos estando preparando todo el día. Era así:



Hicimos un muñeco que se parecía muchísimo a mí (con olor incluido). Chatarro, en cuanto lo vio, lo mordió pensando que era yo y entonces se activó un mecanismo que hacía volcar un cubo lleno de agua, que habíamos colocado encima del muñeco, sobre el perro. Éste quedó empapado y el doble de malhumorado.

Nos reímos tanto que desde ese día le hacíamos algunas “bromitas” y nos divertíamos muchísimo. ¡Fue un verano inolvidable!

Pero todo lo bueno llega a su fin. Un día de septiembre llegó una carta, era para mi padre y decía que lo necesitaban en Cuba para un no sé qué de limpieza de la ciudad.




Mi padre aceptó el trabajo y mi madre y él comenzaron con todos los preparativos del viaje (nos íbamos toda la familia para siempre).

Yo estaba muy triste, pensando en que no volvería a ver ni a jugar con Tom y aproveché esos últimos días en Londres para ir a visitar a Tom al orfanato (no sé si os había contado que Tom era huérfano).

Llegó el día de partir y mi familia y yo nos subimos al barco que nos iba a llevar a Cuba, pero Tom no había venido a despedirme.


Comentarios

  1. eva [abr 13, 15:58]

    El invento es muy gracioso y el perro o gato esta muy bien dibujado, aunque no se sabe lo que es.

  2. Rufus Smeath (Marta Bao) [abr 16, 16:23]

    ¿ Te refieres al muñeco del invento de Puchi y Tom ?

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