38. ¡Por fin fuera"

Los pasos se escuchaban cada vez más cerca. Decidimos escondernos detrás de unas cajas de madera que había por allí.

—Y he aquí mi estudio —dijo la bruja.
—Ya hemos visto suficiente —la cortó Zas—. Estamos seguros de que todo está en orden, no se preocupe.
—Me alegro —respondió la bruja.
Tras despedirse, los “inspectores” salieron y fueron de camino al cementerio. La bruja, Noche y yo estábamos solos en la habitación. Yo rezaba para que no se diera cuenta de que la jaula estaba vacía.

Lentamente, nos desplazamos hacia la salida. Por suerte para nosotros, la bruja no nos vio.
Nos reunimos en la puerta de la verja de la casa con los demás.

—Gracias, chicos. Me habéis salvado —dijo Noche. Su pelaje seguía erizado a causa del pavor que había pasado.
Huimos rápidamente de allí. No hizo falta que dijéramos nada más. Todos queríamos salir para no regresar jamás.

Cuando estábamos a mitad de camino, Migui preguntó:
—No lo entiendo. ¿Cómo no pudo darse cuenta la bruja de que la jaula estaba…
—…vacía? —terminó Tom.
—La verdad, yo tampoco lo tengo muy claro —respondí.
—Tarde o temprano lo hará —maulló Noche.

De repente se escuchó en la lejanía:

—¡¡¡ Rayos, truenos y centellass!!! ¡¡¡ Mi prisionero se ha escapado!!!

Noche movió los bigotes de risa:
—Ahí lo tienes.