Pequeño LdN


Con las cosas de comer, por Miguel A. Román

Cocinar no es un juego. Lo que hagamos aquí vamos a comérnoslo; así que mucha atención, disciplina, buen gusto y ganas de trabajar. Cada quince días una historia y una receta que podéis preparar vosotros mismos. A cocinar.
El autor de esta sección participa en Libro de Notas con una sección de cocina y otra de lengua.

Oh limón amarillo

Miguel A. Román | 16 abril 2011

Hoy, limones, que empiezan a estar de temporada. Os traigo un poema de Miguel Hernández, poeta que conocía muy bien esta fruta, porque su tierra, Orihuela, en Alicante (España) produce algunos de los mejores limones del mundo.


Oh limón amarillo,
patria de mi calentura.
Si te suelto
en el aire,
oh limón
amarillo,
me darás
un relámpago
en resumen.

Si te subo
a la punta
de mi índice,
oh limón
amarillo,
me darás
un chinito
coletudo,
y hasta toda
la China,
aunque desde
los ángeles
contemplada.

Si te hundo
mis dientes,
oh agrio
mi amigo,
me darás
un minuto
de mar.

Y es que, morder un limón es un mordisco valiente. Una leyenda que dice que si consigues comerte un limón sin hacer muecas se te concede un deseo.

Hay un dicho muy conocido en Hispanoamérica que aconseja que “Si la vida te da limones, haz limonada” (que quiere decir que si te pasan cosas agrias, algo podrás hacer para aprovecharlas). Es un buen consejo, pero si tenemos limones en abundancia yo prefiero hacer “Lemon Curd”.

Mira que a mí no me gusta usar palabras extranjeras, pero no tiene traducción al español, (sería “requesón de limón“… ¡puaj!) aunque muchos lo llaman “cuajada o crema de limón”. Es un postre inglés que no se sabe muy bien cómo se inventó, porque en Gran Bretaña no se dan bien los limones, pues necesitan mucho sol.

Bueno, lo que sea, está infinitamente más bueno que la limonada y es facilísimo de preparar. ¿Quién se anima?

Personal:
– 1 ó 2 Infantiles (más de 10 años)
– 1 adulto

Ingredientes:
– 220 g. de azúcar
– 60 g. de mantequilla
– 3 limones: la ralladura de 2 y el zumo de los 3 limones (aprox. 150 ml)
– 3 huevos

Materiales:
– Cuenco y cacerola para baño maría (ó robot de cocina con calefactor)
– Cuchara de madera
– Tenedor para batir huevos
– Plato hondo
– Colador

Primero rallamos la piel de los limones, y después los exprimimos. Y no al revés porque los limones tienen en su piel el aroma que vamos a necesitar y si andamos apretándolos se lo quitamos.

Para rallar la cáscara de limón se puede utilizar un rallador fino; hay unos “cuchillitos” especiales que sacan unas tiras preciosas, pero luego tendremos una crema llena de preciosas tiritas de limón (aunque a mí me gustan). También, en vez de la ralladura, se puede usar una cucharadita de esencia de limón.

Recuerda:
La cáscara del limón es rica en una substancia (aceite esencial) responsable de su aroma y sabor característico, pero también contiene vitamina A y C.
Por cierto, la cáscara de limón tiene nombre, se llama “luquete”.

Rallados y exprimidos los limones, batimos los huevos, bien, que no queden restos de clara entera.

En un cuenco, ponemos el azúcar, la mantequilla cortada en pedacitos, la ralladura y el zumo de limón. Ponemos agua a calentar y llevamos el cuenco al baño María, a fuego lento, removiendo de vez en cuando con una cuchara de madera, hasta que la mantequilla se derrita. (Si lo hacemos en un robot son 50ºC, velocidad baja, tres minutos)

¡Cuidado!:
Ya hemos empleado otras veces el sistema del “baño de maría”, que sirve para que lo que cocinamos no se caliente demasiado (el máximo que aguanta el agua es 100ºC). Remueve despacio para no volcar ni derramar y sujetando con una mano.

Añadir los huevos batidos, con un colador (por si queda algo sin batir) poco a poco y sin dejar que hierva, para evitar que los huevos se cuajen. Remover hasta que la mezcla espese. (En robot de cocina añadid los huevos batidos de una vez y programad 10 minutos, velocidad media, 70ºC)

Ahora lo podemos poner en frascos (mejor si previamente los hemos esterilizado con agua hirviendo) y los llevamos al frigorífico donde terminará de espesar en un par de horas y se conserva hasta 2 semanas.

Se puede comer directamente sobre tostadas o utilizarlo para relleno de tartaletas o volovanes. También es delicioso poner una “isla” sobre natillas. Aunque os confieso que yo me lo como a cucharadas, creo que por venganza por no atreverme a comerme un limón crudo a bocados.


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