Cocinar no es un juego. Lo que hagamos aquí vamos a comérnoslo; así que mucha atención, disciplina, buen gusto y ganas de trabajar. Cada quince días una historia y una receta que podéis preparar vosotros mismos. A cocinar.
El autor de esta sección participa en Libro de Notas con una sección de cocina y otra de lengua.
Humberto había sido objetivo de un atentado terrorista durante su anterior visita a Nápoles y los responsables de seguridad de la visita real consideraron que era una temeridad que sus majestades fueran al centro antiguo de la ciudad a cenar en una pizzería, que eran entonces poco más que una taberna, un restaurante popular donde sería imposible garantizar la seguridad de la pareja real.
Pero Margarita quería pizza, y cuando una mujer se empeña en algo lo consigue, y si es reina ya ni te cuento. Así que a alguien se le ocurrió una idea: si Margarita no podía ir a la pizzería, la pizzería vendría hasta Margarita.
Imaginaos la cara de Rafael Esposito, reputado pizzaiolo (pizzero) de la pizzería “Pietro e basta cosi”, cuando los guardias de la escolta real aparecieron en la puerta de su local, requiriéndolo para que se trasladara al palacio Capodimonte con todo lo necesario para elaborar una pizza para su Majestad la Reina de Italia.
Por supuesto que fue. Y no hizo una, sino tres, pues como Margarita nunca había probado la pizza no sabía cuál sería la que más le gustaría; así que Rafael le dio a elegir y ella se decidió por una hecha con rojo tomate, blanco queso mozarella y verde albahaca. ¿Por qué esa? Pues, sencillamente, porque eran los colores de la bandera italiana.A la reina le encantó aquella pizza, y, cuando preguntó cómo se llamaba, Rafael le respondió:
– A partir de ahora, Majestad, se llama Pizza Margarita.
Hay quien dice que la receta de la pizza Margarita existía ya de antes, y que lo que hizo Rafael fue ponerle nombre. Puede ser cierto, pero de lo que no me cabe duda es que Rafael fue el primero en servir una pizza “a domicilio”, cien años antes de que las pizzas recorrieran las ciudades a lomos de motocicleta.
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Por supuesto que, para la receta de hoy, podríamos comprar en cualquier supermercado una “base para pizza” ya preparada y envasada; pero ¿dónde está vuestro espíritu cocinero? Aquí somos capaces de hacerlo todo, incluso una auténtica masa para pizza napolitana.
Personal:
– 2 alevines (a partir de 8 años) ó 1 benjamín y 1 alevín (a partir de 6 años)
– 1 Adulto
Para el relleno:
– Aceite de oliva virgen extra
– Tomate triturado (vale de lata, en cualquier caso sin piel ni semillas)
– Queso rallado (mozarella tierno o para fundir, cheddar, cualquier queso que se derrita bien)
– Lo que queráis: pimiento, anchoas, aceitunas negras, jamón, champiñones, mezclas de quesos, vuestros ingredientes preferidos.
Material:
– 1 batidora para masas (opcional)
– 1 brocha de cocina
– 1 bol de plástico
– 2 platos anchos de cerámica o cristal resistente al calor
– Manoplas de cocina
Advertencia: Hay que empezar unas tres horas antes de comer.
Comenzamos:
Calentamos el agua (p.ej. 1 minuto en microondas) y disolvemos en ella la cucharadita de sal (ojo: el vaso puede estar muy caliente). Mientras dejamos enfriar algo el agua mezclamos en un cacharro de plástico la harina y la levadura granulada. Hacemos un hoyo en la harina y vamos echando dentro el agua salada y después el aceite.
Truco: Poniéndonos en las manos un poco de harina no se nos quedará la masa pegada a los dedos.
Cuando esté la masa bien hecha la dividimos en dos y hacemos con cada parte una pelota, que quedará del tamaño de una naranja. Ahora las dejamos en el fondo del bol, separadas entre sí y cubiertas (p.el con un paño de cocina limpio) y esperamos unas dos horas. Durante este tiempo las levaduras irán consumiendo una pequeña parte de la harina y convirtiéndola en gas carbónico, de tal forma que las bolas se hincharán hasta llegar al doble de su tamaño (y por eso es importante que las pongamos un poco separadas).
¡Eh, no vale mirar! Si estáis todo el rato destapando y tapando, alteráis la temperatura y humedad y las levaduras se darán cuenta. Paciencia.
Seguimos:
Pasadas las dos horas, encendemos el horno, máxima temperatura (más de 250ºC). El horno debe estar ya caliente cuando se introduzcan las pizzas.
Junto a las bolas (que, por cierto, se llaman “pannetti”), preparamos dos platos que engrasamos primero con unas gotas de aceite de oliva untadas con los dedos.
Ahora, nos restregamos las manos con un poco de harina y, con mucho cuidado, cogemos una de las bolas (suave, como si cogiéramos un pajarillo). La sujetamos con todos los dedos por un extremo y se estirará hacia abajo. Girando despacio, como si fuera un volante, siempre en la misma dirección, se irá estirando por su peso tomando forma de disco. Unas pocas vueltas de volante y la depositamos en el centro de un plato. Con cuidado de no romperla, vamos estirando sus bordes hasta que cubra casi todo el plato. Hacemos lo mismo con el otro pannetto y al otro plato.Sobre la pizza formada echamos un poco de aceite de oliva y lo extendemos con una brocha suave y en el mismo plato las llevamos al horno solo cuatro o cinco minutos, lo justo para que la masa se endurezca y no absorba los líquidos del relleno.
Sacamos las pizzas del horno y, cuando se enfríen un poco, las rellenamos. Primero seis o siete cucharadas de tomate triturado (también vale tomate frito) que extendemos con la brocha y después esparcimos unos puñados de queso rallado. Por último el resto de los ingredientes que hayamos elegido, repartidos por encima con las manos.
Ahora sí, al horno definitivamente, unos veinte minutos, tiempo suficiente para recoger todo lo que hemos dejado por medio.
Bueno, y si los ingredientes que habéis elegido no forman parte de una pizza que ya tenga nombre, podéis hacer como Rafael y ponerle vuestro nombre a esa combinación.
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