Yuyu, por John Tones y Guillermo Mogorrón
Las historias de yuyu son las historias que se cuentan, en penumbra y en voz baja. Son historias que no tienen explicación, que no quieren tener explicación o que nunca antes han sido explicadas. Y ahora, en el Pequeño LdN, cada quince días, tendrás fantasmas, invasiones, sucesos extraños y maldiciones sin explicación. Prepárate para tu ración de Yuyu.
El autor de estos cuentos es escritor y músico de rock, y entre otras cosas hace la página FocoBlog. Guillermo, el encargado de ilustrarlas, tiene un blog de dibujos.
La chica que flotaba
John Tones y Guillermo Mogorrón
| 30 abril 2011
Cuando Emma comenzó a flotar en el aire, no se dio cuenta de que ya no tocaba el suelo. Iba distraída, escuchando a su grupo favorito en su mp3, y no sintió cómo las plantas de los pies se separaban del asfalto. Unos segundos más tarde, llegó a pensar “Vaya, parece que he crecido durante la noche”. Y algo después, se dio cuenta de que estaba flotando por encima de las cabezas de sus amigos, que la miraban con sorpresa.
Siguió ascendiendo suavemente, hasta la altura de un primer piso. No se movía del sitio donde había empezado a subir, una callejuela justo detrás de su casa, pero tampoco detenía su ascensión, constante y perfectamente vertical. Sus amigos habían hecho un corrillo alrededor de ella, sin atreverse a tocarla. Siguió ascendiendo hasta la altura de un tercero, un cuarto piso.
Emma estaba tranquila según subía, porque era un ascenso suave, y las caras que le miraban abajo eran de asombro, no de miedo. Decidió tranquilizarles, por si acaso, gritando con las manos alrededor de la boca.
―¡Eh, pasaos por mi casa y decidle a mi madre que estoy flotando, que me está esperando para llevarme a clase de francés!
Después, Emma sacó un bocadillo de la mochila que llevaba para la merienda, con cuidado de que no se le cayera nada del interior, se lo comió, y vio cómo las migas caían haciendo remolinos y desapareciendo de su vista antes de llegar al suelo. Ya estaba por un sexto piso de altura. Asustó a un señor mayor que veía la tele en su salón y que la vio flotando, y siguió subiendo.
Pronto se encontró más arriba que cualquier edificio de su barrio. Realmente, no sabía por qué estaba pasando aquello, pero lo más sorprendente de todo era que no tenía nada de miedo, estaba muy relajada y disfrutaba de las estupendas vistas que tenía a esa altura. Podía distinguir los límites de su ciudad y, abajo, la gente se movía como atareadas hormigas en un día de verano.
Siguió subiendo y subiendo. Comenzaba a hacer frío. Sacó la rebeca de su mochila y se la puso. Estaba más alta que cualquier edificio y la fuerza que la hacía ascender, una especie de pequeño empuje invisible bajo su trasero, no frenaba lo más mínimo. Miró hacia abajo: ya no podía saber dónde exactamente estaba su barrio. El silencio reinaba a su alrededor.
Pronto se encontró por encima de las nubes. Emma se preguntó por qué no necesitaba máscara de oxígeno para respirar, como había visto en las películas que usaban los pilotos que volaban muy alto. Se miró las manos: tenía escarcha alrededor de los dedos, pero solo sentía algo de fresco. Miro hacia arriba y le dio la impresión de que el cielo se arqueaba sobre ella, como una enorme cúpula, pero aún quedaba mucho para llegar hasta allí. Emma se preguntó cuánto quedaría para tocar el final del cielo, y también si estaba más cerca de arriba que de abajo. Nunca lo supo, porque nunca descendió.
En otros puntos del mundo, otros muchos niños habían experimentado lo mismo que Emma, pero las reacciones habían sido distintas. Lau Lee-sun, de China, había sufrido un ataque de pánico a los pocos segundos de despegar que lo habían devuelto al suelo con poco más que unas pocas contusiones en el trasero. Al contrario, Cindy, una niña norteamericana, había aprendido a controlar el vuelo y podía planear como un avión, convirtiéndose en la sensación de su pequeño pueblo.
Solo Emma había decidido, sin saber cómo, que no quería dejar de subir. Y por eso, como fue la única, nadie supo nunca qué se encontró más y más arriba de las nubes.
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