Capítulo 19

Como vi la cabaña del asesino, me sentí inseguro.
Cuando todos dormían me puse a reforzar la seguridad de la habitación.
Pero me di cuenta de que estaba dormido.Pero me desperté.Era la lengüita de
Miguelito.

—Mi-miguelito? —dije con voz de sueño.
—Me levanté para ir al servicio… Y te vi aquí tirado.
Le expliqué todo lo que pasó. Al final, me llevó a mi cama, me acostó y me dio un lametazo. ¡Como si ese cachorrito de gato fuera mi mamá!
Nos despertamos. Tomamos un magnífico desayuno.
Al cabo de 15 minutos, nos pusimos en marcha hasta la cabaña del malvado Asesino.
Por un momento pensé: “¿Qué ha pasado con el armario?” (¿Os acordáis?) Entonces exclamé: ¡¡¡Casa, mi casa!!!

Nada. El armario no respondía. ¡El armario estaba roto! Bah… Lo dejé pasar. Entramos en la cabaña. Estaban los asesinos durmiendo. Entre las patazas de Malvadino, vi unas llaves. ¡Serían las de una celda! ¡Tal vez, la de Lulú!

—Canela,investiga donde están las celdas y espéranos allí. Vueve aquí si no está allí Lulú.
Nos dispusimos a cogerle las llaves a Malvadino. Migui (es decir, Miguelito) es escurridizo. Se escurrió por sus patazas y le mangó las llaves.
Corrimos a las celdas, y rescatamos a Lulú. Salimos pitando. Nos disponíamos a ir a Texas, en U.S.A. (Estados Unidos) a ver qué harían unos héroes allí.
Cuando cogimos el avión, llamé a Paula y a Laura. ¡Las de la casa de Myshoolck!

—Hola, Paula!!! —dije.
—Hola, Tobi. ¿Qué desea usted?
—¿Podríais Laura y tú vigilar Venezuela?
—¡Pues claro! Ahora mismo se lo digo a Laura. ¡Chao!

¡Bien! Ahora ya teníamos vigilados París y Distrito. Donde estamos. En Venezuela.
Cogimos el avión. Cómo no, Draco se hinchó de comida en el avión.
Yo me reía. Y, entonces Miguelito me dijo:
—¡Gracias por todo, Tobi!
—¡Gracias a tí Migui! —le contesté.
Esta vez, le tocaba la visión del ángel a Draco. Esta, fue impresionante.