Capítulo 15. París. ¡Vaya vicio!

Nos acercamos a Rino, otro shiba y le felicitamos.
—¡Buena foto Rino!
—Gracias —respondió él—. Y vosotros también. De hecho, habéis sido nombrados la mejor foto. Y habéis ganado un viaje a París.

—¿¡CÓMO!? —contesté incrédulo.
—Sí. Un viaje a París. A mí me tocó a Roma la semana pasada.
—Draco… —dije.
—¿¿¿Sí???
—¡¡¡Haz las maletas!!!

Al día siguiente fuimos al aeropuerto. Estábamos impacientes.
Allí vimos a una, bueno, a dos perritas impacientes también.
Quise charlar con ellas:
—¡¡¡Hola!!! —dije intentando una charla.
—¿Ha llegado? ¡No me lo puedo creer ha llegado! —gritaba una de ellas. Una pincher.
—Aún no ha llegado, Canela —dijo la otra, ¡tan paciente que daba gusto!—; perdonad, me llamo Lulú. Estamos destinadas a Venezuela.
—Nosotros vamos a París.

De repente, se me acercó un gato siamés. Pero no me entró ganas de perseguirlo, sinó de hablar con él:
—Hola, me llamo Miguel, ejemp… Migui, Miguelito… Como queráis, pero a mí me gusta Miguelito. Yo también voy a París. Quiero hacerme amigo
vuestro.
—Tío, eres muy amable; pero me entra el hambre… —intervino Draco.
—Si —contestó como pidiendo respeto—. A mí me apetece un perrito caliente.

Qué coincidencia. Un día Adri (mi dueña) me dijo que su abuelita había adoptado un gatito siamés llamado Miguelito. ¡Pues claro!
Acabo de percibir que tengo una especie de hermano… ¿¡GATO!?