Cómo funciona la lavadora

Hoy vamos a ver un objeto tecnológico que no falta en ninguna casa y que hace su trabajo, aunque no lo parezca, imitando a su manera el modo en que se hacía antiguamente. Nos referimos a la lavadora.

Antiguamente se lavaba en los ríos, con agua, jabón y mucho frotar la ropa. Básicamente, (1) se mojaba la ropa, (2) se le echaba jabón, (3) se restregaba, (4) se enjuagaba para quitar el jabón, (5) se escurría para que le quedase poca agua y finalmente (6) se tendía para que se secase.

Para empezar a lavar hay que colocar la ropa dentro de la lavadora (en un lugar que se llama “el tambor” y en unos cajoncitos poner detergente. Luego se gira una rueda hasta un número que indica el inicio del programa de lavado (luego explicaremos esto) y se enciende la lavadora.

La lavadora no hace nada mágico, simplemente mecaniza estas tareas con procedimientos alternativos. Veámoslos:

Mojar la ropa (1) es muy fácil, basta llenar el tambor de agua y se moja sola. Al echar el agua se la hace pasar por los cajoncitos con el jabón y así ya entra directamente con él (2). El proceso de restregado (3) es más difícil; para eso el tambor da vueltas gracias a un motor, y a base de dar vueltas y vueltas la ropa va restregándose con la otra ropa y contra el tambor. Pero este restregado no es tan fuerte como el que se hace con las manos, así que hay que hacerlo muchas veces. Luego, para aclarar la ropa (4), se vacía el agua con jabón y se llena el tambor con agua limpia, se le dan también vueltas para ayudar a sacar el jabón de la ropa. Después hay que escurrir la ropa (5), y esto es más complicado. Para ello se hace lo que se conoce como “centrifugado”, que consiste en dar vueltas rapidísimo al tambor para que la ropa se aplaste contra las paredes y el agua salga para afuera. Esto se llama movimiento centrífugo y es lo que hace por ejemplo que cuando un coche toma una curva os vayáis para el lado contrario. Os ha pasado, ¿verdad? Finalmente queda el paso 6, el secado, que algunas lavadoras son capaces de hacer centrifugando aún más rato y aplicando calor, pero esto gasta mucha energía, así que casi siempre se sigue tendiendo al sol, que es barato y bonito (hasta un poeta famoso le dedicó un poema llamado a mi ropa tendida).

Todas estas cosas hay que hacerlas en orden, claro. De nada serviría secar primero y luego echar jabón. ¿Y cómo sabe la lavadora qué hacer en cada momento? Pues para eso está “el programador”, que es la ruedecita que hay que poner en el punto inicial antes de encender la lavadora. Esa ruedecita es como un reloj que va girando poco a poco, y cuando llega a distintos puntos cambia lo que está haciendo la máquina, abriendo y cerrando interruptores. En cierto punto, por ejemplo, abre la entrada de agua, y un poco después la cierra, luego activa el movimiento del tambor, etc. Así que el programador es como “el cerebro” de la lavadora.

Prácticamente la única mejora que aplica la lavadora al lavado en el río es la de calentar el agua, porque el agua caliente arrastra mejor la suciedad que el agua fría. Por lo demás es como si tuviéramos un mini río en nuestra casa junto con un robot que restriega la ropa.

Se han construido lavadoras que limpian la ropa de otros modos, por ejemplo con ultrasonidos (unos sonidos tan agudos que el hombre no los puede oír), pero hasta ahora no han tenido éxito y se sigue utilizando la de toda la vida.

Por tanto, hoy hemos aprendido que:

Lavar la ropa consiste en una serie de tareas que se hacen en un orden determinado.

Estas actividades son mojar, poner jabón, restregar, aclarar, escurrir y secar.

La pieza que ordena qué hacer en cada momento es el programador, que es una rueda grandota que tienen casi todas las lavadoras (aunque hay algunas lavadoras que lo sustituyen por botones).

Todas las tareas se hacen en el tambor de la lavadora.

La tarea más difícil es la de escurrir, que se hace centrifugando la ropa.

Aunque hay algunas lavadoras que secan, en la mayoría de las casas se sigue tendiendo la ropa para que se seque.

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