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El Profesor Burro, por Miguel Ángel López y Cristina Díaz

El profesor Burro lleva muchos años dedicado al mundo de la enseñanza. Por sus clases han pasado los mejores asnos, tarugos, borregos, alcornoques, zoquetes y zopencos. Y todos ellos sin aprender absolutamente nada.
Sus lecciones en Pequeño Libro de Notas, te ayudarán a suspender mejor todas las asignaturas y a olvidarte de todo lo que ya has aprendido.
El profesor Burro es obra de dos de sus alumnos preferidos: Miguel Ángel López (muy amigo de El Hematocrítico)
y Cristina Díaz (que nunca atendía en clase porque siempre estaba haciendo dibujitos).

Hoy: Especial Casa del árbol del terror II

Miguel Ángel López y Cristina Díaz | 29 octubre 2011

Creíais que este año no teníais clase con El Profesor Burro, ¿verdad?. Juajuajuajua.
Eso quería haceros creer para daros un susto volviendo en Halloween.
Así que preparaos porque vuelvo para hablaros de una historia terrorífica. Una historia que os helará el corazón.

TERROR EN HALLOWEEN

Pedro llevaba todo el mes esperando la noche de Halloween. Se había preparado un disfraz precioso de vampiro, con unos dientes postizos de plástico, unas gotas de pintura roja que le caían de los labios, una capa negra que daba mucho miedo y un montón de gomina en el pelo. Salió al encuentro de sus amigos, que le esperaban con disfraces igualmente aterradores (Luis de fantasma, Alejandro de hombre lobo y Emilia de zombie).
—¿Estáis listos? —preguntó Alejandro.
Pedro enseñó un cubo con forma de calabaza.
—¡Y tanto! ¡Nos vamos a poner las botas! ¡Este año vamos a almacenar golosinas para todo el año!
—¡Qué bien! —dijo Emilia relamiéndose los labios pensando en el festín—. Espero que haya chocolatinas, me encantan las chocolatinas.
—¡Chocolatinas! ¡Eso,eso, chocolatinas!.¡Y gominolas!.

Los cuatro amigos caminaban fantaseando sobre las maravillas que iban a degustar. Fueron llamando a las puertas y descubrieron que nadie les contestaba.
—Como este año Halloween cae en puente, seguro que se han ido de vacaciones.
Puerta tras puerta, timbre tras timbre, y nadie les contestaba.
Después de un rato, llegaron al final del a calle. Habían llegado a una zona de su barrio por la que nunca habían pasado antes. Una zona oscura y solitaria que tenía sólo una casa.
—¡Mirad, qué raro!. ¿Cómo es posible que nunca hayamos visto esa casa?.
Era una casa enorme y negra, con las ventanas medio rotas y el césped mal cuidado.
—¡Vamos a llamar!
—¿Estáis seguros? Esto me da una mala espina… —a todos les daba bastante miedo esa casa tan extraña pero sólo Pedro se atrevió a decirlo.
—¡ No seáis gallinas!. Es nuestra última oportunidad.

Los cuatro se acercaron a la puerta y buscaron el timbre. No había, había una de esas manos que tenían las puertas antiguas con una bola que había que golpear contra la puerta.
¡BUM! ¡BUM!.
No hubo respuesta.
—Vámonos, chicos. Aquí no hay nadie.

La puerta se abrió de repente. Una anciana con un ojo cerrado, y una verruga en la nariz apareció en medio de la oscuridad. Todos gritaron.
AAAAAAAAAAAAAH.

La vieja abrió la boca , en la que sólo tenia un diente, y con voz de abuelita cariñosa preguntó:
—Hola pequeñuelos… ¿qué queréis?
Sólo Emilia se atrevió a responder, con voz muy bajita, tartamudeando.
—Truuuuuu. Tru…. Truco o trato.
La señora clavó su ojo abierto en la niña y medio sonrió.
—Claro, niños…
Desapareció al interior de la casa y regresó con una cesta cubierta con una servilleta.
Los niños sonrieron mirándose entre ellos.
—Algo es algo —pensaron.
—Os tengo preparado un manjar delicioso, niños. Aquí tenéis… FRUTAS Y VERDURAS.
—¿Qué?
Destapó el contenido de la cesta, y los niños chillaron abrazados. Era el espectáculo más horrible que habían visto en su vida. Manzanas, naranjas, plátanos, tomates, brécol y pimientos.
—¿Qué os pasa niños? ¿No os gusta la comida sana? ¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!

Y esa noche, esos niños, tuvieron que comer comida sana. Tened cuidado, amigos. A lo mejor los próximos seréis… VOSOTROS.
¿Es eso que veo en tu cesta de la merienda una col de Bruselas? ¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA! ¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!


Comentarios

  1. ferran toro [oct 29, 19:05]

    Sencillamente ATERRADOR. Mis futuras noches en vela tendrán un culpable: el Sr. Miguel López.

  2. Espe [oct 30, 02:26]

    Me encanta que haya vuelto el Profesor Burro. Sus clases son magistrales, y seguro que más de un niño se asustó con la cesta de la anciana.

  3. Marta Bao [oct 30, 17:57]

    Que miedo he pasado. ¡Pobres chicos, es HORRIBLE lo que les ha pasado! Me aseguraré de que cuando vaya con mis amigos no caiga en puente (así tendremos más golosinas), pero sobretodo, ¡no llamar a la casa solitaria y oscura de una ancianita!

  4. JAVIER S. [oct 31, 12:13]

    A mi lo que verdaderamente me aterra de esta historia es que el Profesor Burro ya no tenga faltas de ortografía ¿sera que ha sido abducido por unos extraterrestres y le han limpiado y reprogramado el celebro? quizás por eso a estado ausente tanto tiempo…

  5. lápicesdecolores [nov 1, 20:46]

    Malditas viejecitas con comida sana! malditaaas!!! snif, snif

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