En Un hombre feliz mandan su título, los tiempos vacíos, algunas miradas aguantadas en exceso y cierta tensión que, algunas veces, se respira en el ambiente. La inocencia de este personaje nos regala una visión sencilla de nuestro entorno… Esto es así, claro, siempre que no nos interrumpa “el payaso Patricio” con su actitud rebuscada, humana y superficial. Por lo demás todo sucede con habitual y monótona normalidad…
Su autor, junto con otros titiriteros, enloquecen en La Livingston.
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jajaja. que indigno!
Un hombre feliz se vuelve a quedar solo una vez mas. ¿Porqué te ríes cuando Patricio se ríe?, eso solo se puede considerar una falta de respeto a uno mismo…
La debilidad para respaldar nuestras propias convicciones es una consecuencia de la falta de confianza personal provocada por el desarrollo de la sociedad de consumo y la sociedad del bienestar.