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El Intercambio Celestial de Whomba, por Guillermo Zapata y Mario Trigo

En el País de Whomba los dioses sirven a los hombres, a cambio de que estos crean en ellos. Cada semana conoceremos un poco más de este mundo y aquellos que se encargan de mediar entre los habitantes de Whomba y los dioses, los encargados de llevar a cabo el “Intercambio Celestial de Whomba”. El autor edita la bitácora Casiopea. Las ilustraciones son de Mario Trigo.

Cuento quincuagésimo: "Las estructuras de la paz" (Parte 13 de 17)

Guillermo Zapata y Mario Trigo | 24 septiembre 2011

Nadie había declarado una guerra y, sin embargo, habría negociaciones de Paz. A petición de Barlhar, que se hacía llamar “El Oído” esas negociaciones se tenían que celebrar en un lugar “neutral”. Celis propuso hacerlo en Karshash y a todo el mundo le pareció bien.

Se concibió como un evento, mitad congreso, mitad feria. Muchos habitantes de Whomba fueron hasta allí, la mayoría sin ser convocados por nadie. En el propio palacio donde se celebraron las negociaciones, sin embargo, no había tanta gente.

Los dioses menores se encontraban en un ala del palacio y no faltó quién, entre ellos, planteaba la posibilidad de eregirse un eje del proceso para, quizás, recuperar parte del poder perdido y con suerte, no tener que abandonar Whomba. Una teoría dice que algunos de ellos llegaron incluso a sublevarse, pero los datos obtenidos de las actas del encuentro y sus reuniones no parecen indicar tal cosa. Los dioses menores mantuvieron la palabra otorgada a Celis en ese mismo palacio tiempo antes. La prudencia de dioses como Mur o Across y Efna, fue determinante para mantener el consenso con el resto. Sabían que su única posibilidad era el exilio o la desaparición. Mur siempre había sido un dios miedoso y, como mencionan los Negociadores que tuvieron la oportunidad de encontrarse con él, “muy dado a la autoconservación”. Su cobardía resultó ser, al final, valentía para con los suyos.

“Los estrategas de la paz”, como dijo Brutha tiempo después, “se presentan a veces con valores casi opuestos a los estrategas de la Guerra”. Las posiciones fuertes tienen que disolverse en pos del mutuo entendimiento. Los enemigos irreconciliables deben romper una lanza en favor del contrario. Se trata de construir una estructura de complicidad a partir de la cual pueda recomponerse lo desgajado por el conflicto anterior. Y eso fue lo que sucedió en Karshash.

Por parte de Gulf se insistió mucho en que los gobernadores locales de los distintos territorios de Whomba debían participar en el proceso. Algo a lo que se oponían los Nansitas. Los nombres de un bando y otro se iban reformulando según pasaban las negociaciones. “Los de Gulf” y “Los de Nansi” dieron paso a “Gulfitas” y “Nansitas”, de ahí se pasó a definirlos como “Magos” y “Adeptos”. Otra versión de dice que Celis se refería a los miembros de Gulf como “Científicos” y se refería a los seguidores de Nansi como “Creyentes”. Esa definición se fue considerando poco a poco como peyorativa y los miembros de Gulf dejaron de utilizarla.

Finalmente se empezó a utilizar de manera regular y se extendió incluso a nivel popular la expresión “Magos” y “Adeptos” para definir a los dos bandos hasta llegar a las expresiones que conocemos en la actualidad.

La presencia de los gobernadores definía perfectamente la importancia del debate que se daba en Karshash. Para “Los Magos”, cualquier ciudadano de Whomba tenía potencial para realizar magia de cualquier tipo. Esa magia, de la que se sabía poco o muy poco, en realidad, debía poder ser experimentada e investigada de manera sistemática. Para “Los Adeptos” la magia, que ellos también realizaban, tenía que ver con una relación directa con Nansi. No se oponían a que “los seguidores de Gulf” hicieran su magia, pero no querían que “la magia” se extendiera sobre Whomba imponiendo a todos sus creencias, que ellos consideraban tan válidas, al menos, como las suyas.

“El oído” usaba palabras como “no imposición” “ respeto mutuo” y “neutralidad”. Brutha y Celis hablaban de “separación de esferas” “normalización” y “creencia”. La cuestión básica era la universalidad. O los habitantes de Whomba carecían de magia “a priori” y luego había formas de aprenderla y conseguirla que pasaban por “el método Gulf” o “El método Nansi” o seguían viviendo sus vidas sin magia alguna. O la magia formaba parte de los ciudadanos de Whomba desde su nacimiento y luego, además, podían creer o no en Nansi o en quién quisieran.

Brutha, como experta negociadora descubrió en ese “quién quisieran” una de las claves para desbloquear la posición de “Los Adeptos”. Primero hizo falta convencer a Celis de que era imposible llegar a un acuerdo de paz sin respetar la creencia particular de adeptos. Celis aceptó sobre la base de que el estudio de la magia fuera obligatorio en todo Whomba, no una mera opción entre miles a la que poder ignorar más adelante. Después, los magos se mostraron dispuestos a asumir que, ya que los dioses iban a exiliarse y que los seguidores de Nansi eran la forma de creencia mayoritaria en Whomba, podían decir públicamente que Nansi era la creencia oficial de Whomba.

La alternativa era la aparición de otras formas de creencia particulares que podrían, en un momento dando, romper ese mayoría. Para los Adeptos que estaban llevando la negociación aquello era algo impensable. Nansi existía y esas otras “criaturas imaginarias no”. Nansi había muerto y les hablaba a través de su magia. Las supersticiones jamás triunfarían… Pero “El oído” no era una superstición, sino otra cosa.

Tras una reunión interna de todo el consejo de Gulf que duró dos días. Celis y Brutha dijeron que querían tener una reunión a solas con el representante oficial de Nansi en Whomba. Sería una conversación entre ellos tres, sin nadie más. Si los miembros de los Adeptos se oponían a tal reunión, se terminarían las negociaciones. No se opusieron.

Celis y Brutha estuvieron hablando con “El Oído” durante aproximadamente media hora. No existen actas de dicha reunión y nadie sabe a ciencia cierta lo que se dijeron. Cuando la reunión terminó “El Oído” dijo que tenía que meditar. Su proceso de meditación fue largo, las negociaciones estuvieron paradas durante todo ese tiempo, pero cuando “El Oído” hubo terminado anunció que tenía un mensaje de Nansi y que el mensaje era “Acuerdo” y “Paz Definitiva”. Los adeptos lo acogieron con alegría y aceptaron la propuesta de Gulf.

El Acuerdo de Karshash es estudiado hoy por los niños y las niñas de todo Whomba. Cualquiera puede casi recitarlo.

1.- Todos los habitantes de Whomba tienen derecho a usar la magia, a estudiarla y mejorarla.
2.- Whomba declara a “Los Adeptos” como la creencia oficial del territorio.
3.- Los dioses deberán abandonar Whomba el día de la firma de este acuerdo, no pudiendo volver jamás al territorio.
4.- “Los Adeptos” podrán ocupar un templo de alguno de los dioses por cada gobernación. Qué templo dependerá de la población del lugar y de la cantidad de Adeptos.
5.- El resto de propiedades de los dioses pasaran a ser propiedad de las gobernaciones y se usarán para el desarrollo y estudio de la magia.

Nadie sabe lo que le dijeron Burhta y Nansi a “El Oído”. Para los Adeptos, la clave no fue la conversación de Brutha, Celis y “El Oído”, sino más bien el proceso de meditación posterior. Para “los magos” hay al menos tres escuelas de pensamiento.

Una que dice que lo que le dijeron a “El Oido” es que si no aceptaba las cláusulas rebelarían que era Barlhar, un dios mayor, y que debería abandonar Whomba junto a todos los demás. Quieres criticar ésta teoría dicen que habría sido muy difícil convencer a los Adeptos de que “ El oído” era realmente quién Celis y Brutha decían y eso hubiera derivado en un nuevo conflicto armado. Aún hoy, los Adeptos niegan esa posibilidad a pesar de los documentos aportados al respecto por diversos historiadores.

Otra teoría dice que lo que le dijeron a “El Oído” fue que así como los dioses habían iban a desaparecer, es posible que los Adeptos lo hagan también en un futuro y si permitían que cualquier forma de magia se entendiera como una mera creencia, las fuerzas de Gulf diseminarían por todo Whomba formas de creencia que hicieran palidecer a los Adeptos a Nansi. “El Oído” tomaría la decisión para proteger su propio culto. Los críticos con ésta teoría dicen que los miembros de Gulf nunca hubieran cumplido su amenaza pues conocían muy bien los riesgos de que ese tipo de creencias se les fueran de las manos, algo que Barlhar conocía a la perfección. También hay quién apunta a una dimensión ética de Celis y Brutha, argumentando que no iban a lanzar un proceso contrario a sus planteamientos más básicos solo por debilitar a un enemigo. Es cierto que diversos estudios actuales sostienen esta teoría a partir de ciertas relecturas interesadas de las biografías de Celis y Brutha. Lamentablemente, la desaparición de cualquiera de las dos no permite resolver el misterio a partir de lo que los historiadores llaman “Fuentes primarias”.

La tercera teoría plantea que lo que Celis y Brutha hicieron en esa reunión fue asustar a Barlhar. ¿Con qué lo asustaron? Está bien documentado que Celis llegó a a conocer al auténtico dios del conocimiento en los sótanos de la Metrópolis de Ghizán, así que es posible que amenazaran con soltar a Nirghem de su encierro para que viniera a cobrarse justa venganza. Esta versión ha tomado cierta fuerza en los últimos años a partir de la difusión de varios libros y películas y, sobre todo, a partir de la revalorización del estudio de los escritos de Whorde, el primer historiador. Varios historiadores modernos, sin embargo, cuestionan ésta teoría por carecer de pruebas documentales, especialmente aquellas que se sostienen a partir de la famosa “Leyenda del Beso de Celis”.

“El Oído”, única fuente fiable que se mantiene con vida en la actualidad (A pesar de su estado casi vegetativo) se ha negado siempre a dar otra versión de los hechos que no sea la de que fue Nansi quién le convenció a través de la meditación.

Sus última palabras antes de entrar en la fase de letargo que aún dura (y de la que Los Adeptos dicen que saldrá renovado y con nuevos mensajes) no sirve para aclarar el misterio y siguen siendo uno de los enigmas de la historia de Whomba. “Destruyeron el asesino, no destruyeron el arma”.


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