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Con las cosas de comer, por Miguel A. Román

Cocinar no es un juego. Lo que hagamos aquí vamos a comérnoslo; así que mucha atención, disciplina, buen gusto y ganas de trabajar. Cada quince días una historia y una receta que podéis preparar vosotros mismos. A cocinar.
El autor de esta sección participa en Libro de Notas con una sección de cocina y otra de lengua.

Las patatas de Irlanda

Miguel A. Román | 13 noviembre 2010

En el verano de 1588 tuvo lugar uno de los episodios más controvertidos de la historia. En aquellas fechas, por orden del rey español Felipe II y con la misión de facilitar la invasión de Gran Bretaña, se hizo a la mar una flota de barcos de guerra en cantidad hasta entonces inusitada y que fue motejada como “La Armada Invencible”.

Pero de “invencible” nada de nada. Aunque el número de naves y la artillería que portaban la hacían temible, el inapropiado porte y velamen de aquellos barcos para los cambiantes vientos del Atlántico Norte y la mala fortuna de una serie de impetuosas borrascas hizo que la Armada se viniera a pique frente a las costas irlandesas prácticamente sin disparar ni un chícharo.

Entre las muchas leyendas que se asocian a este hecho histórico, está la que cuenta que, tras el hundimiento de los barcos, los restos de los naufragios fueron empujados por el mar a las playas de Irlanda. Entre ellos había enormes cajones protegidos de la humedad con los alimentos destinados a los marinos, y en su interior un secreto celosamente guardado por la marina española: ¡patatas!

Y es que la patata, traída entonces recientemente desde América del Sur (de donde es originaria) y todavía desconocida para la mayor parte de los europeos, es rica en hidratos de carbono y vitamina C (entre otras), ideal para la dieta de los hombres de mar, pues evitaba que cayeran víctimas del escorbuto, una grave enfermedad provocada por la falta de vitamina C.

(Bueno, es muy poco probable que la patata llegara a Irlanda de esta forma tan rocambolesca, pero Irlanda es un país de muchas leyendas, y, si a ellos les hace ilusión creerlas no seré yo quien las discuta).

El caso es que los irlandeses encontraron que las patatas eran buenas y fáciles de cultivar en su tierra, por lo que en pocos años había sembrados de patata por toda la isla. Sin embargo, en la historia de la patata en Irlanda no todo fueron alegrías. Una enfermedad de la planta hizo que en los años siguientes a 1845 se perdieran todas las cosechas, provocando tal escasez de alimentos que millones de irlandeses se murieron de hambre y otros tantos tuvieron que emigrar a otros países, especialmente a Estados Unidos.

Aun así, la patata sigue siendo uno de los alimentos más habituales en la cocina de Irlanda: patatas en la cena, patatas en el almuerzo y patatas ¡en el desayuno! El desayuno irlandés tradicional (especialmente en el norte, donde hace más frío) consiste en embutidos, huevos fritos y una especie de torta de patata llamada “boxty”, tan popular que a las chicas irlandesas les cantan esta canción:


Boxty on the griddle,
Boxty in the pan,
If you can’t make boxty,
You’ll never get a man.

Boxty en la parrilla
Boxty en la sartén
Si no sabes hacer boxty
nunca conquistarás a un hombre.

Aunque no será por eso que las irlandesas dejen de conseguir marido, pues el boxty es muy sencillo de preparar. Veamos:

Personal:
– 1 ó 2 Infantiles (más de 10 años)
– 1 adulto

Ingredientes:
– ¼ kg de patatas
– otro ¼ kg de patatas
– 100 grs de harina (y más, por si hace falta)
– 1 cucharadita de sal fina
– Sal gruesa
– Un poco de leche
– Aceite para freír

Material:
– 1 cacerola
– 1 sartén ancha
– 1 bol
– Rallador (como para queso)
– Paleta o espumadera
– Brazo batidor o pasapuré (mejor los dos)
– Trapo limpio

Pelamos la primera mitad de las patatas y la ponemos a cocer, en agua con una cucharada de sal gruesa.

Mientras se cuecen, pelamos la otra mitad y la rallamos en un bol (también podríamos cortarlas en trocitos muy pequeños y ponerlas en el vaso del brazo batidora, pero ojo, que quede completamente pulverizada).

¡Cuidado!
Si usáis un rallador, se frota la patata contra él repetidamente y las ralladuras caerán en el bol que ponemos debajo, pero no apuréis demasiado la patata: los dedos rallados no saben bien.

Sea como sea, ponemos la patata rallada en el centro de un trapo de algodón, recogemos por las puntas y enroscamos haciendo una bola, y la apretamos para que suelte parte del líquido.

Recuerda
Si dejáis reposar ese líquido blancuzco, se quedará un polvo blanco en el fondo: es el almidón, que es el hidrato de carbono que forma casi toda la patata y es su principal nutriente.

Eh, no os despistéis, que hay que vigilar que las patatas que están cociendo no se hagan demasiado.

Para saber si una patata ya está cocida, se pincha con un tenedor desde arriba y si el tenedor sale sin agarrar la patata, ya está… y si la patata se parte es que ya os habéis pasado un pelín.

Escurrimos las patatas hervidas y las machacamos en la misma cazuela o las pasamos por el pasapuré (queda un poco pastoso y pegajoso, pero si añadimos un poquito de mantequilla o un chorrito pequeño de leche, queda más suave). Eso es, claro, puré de patatas.

Mezclamos el puré con la patata rallada, la harina y la cucharadita de sal fina, y trabajamos esta pasta con la ayuda del brazo batidor y, si es necesario, amasando a mano. Si está demasiado dura se puede añadir un poco de harina, y si queda demasiado floja, un poco de leche. Al final espolvoreamos con un poco de harina para poder trabajarla.

Ponemos la sartén al fuego con muy poco aceite (casi que ni cubra el fondo). Hacemos bolas con la masa (dará para cuatro bolas), las aplastamos en forma de torta y las freímos, dándoles la vuelta un par de veces con ayuda de la pala. Recordad que las tortas no deben ser demasiado gruesas o quedarán muy crudas por dentro. Tampoco pongáis el fuego fuerte, mejor a fuego lento, para que se hagan bien sin quemarse por fuera.

Y al plato, a comer antes de que se enfríe. Ya os dije que es un desayuno típico, pero también se puede tomar en cena o almuerzo, y queda muy bien con salsa mahonesa o incluso con kétchup.


Comentarios

  1. Otis B. Driftwood [nov 13, 21:13]

    ¿Esto es como los Reibekuchen alemanes? (Reiberdatschi en Baviera) Si es así, la forma de comerlos es con compota de manzana :-)
    ¡Ricos!

  2. Miguel A. Román [nov 13, 22:56]

    Bueno, son parecidos, al menos en la papa rallada; pero los Kartoffelpuffer (bizcochos de patata) germanos añaden huevo y otras cosas como queso o cebolla.

    No es la única variedad similar, pues en Suiza preparan los Rösti, que son muy parecidos a los gamja jeon (감자煎), una receta típica coreana; salto geográfico sorprendente pero comprensible si tenemos en cuenta que fueron los marinos holandeses los que llevaron la patata a esas regiones, allá por el siglo XVII.

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