Pequeño LdN


Con las cosas de comer, por Miguel A. Román

Cocinar no es un juego. Lo que hagamos aquí vamos a comérnoslo; así que mucha atención, disciplina, buen gusto y ganas de trabajar. Cada quince días una historia y una receta que podéis preparar vosotros mismos. A cocinar.
El autor de esta sección participa en Libro de Notas con una sección de cocina y otra de lengua.

Fiesta de Todos los Santos

Miguel A. Román | 30 octubre 2010

Vaya puente, ¿verdad? El próximo lunes es la fiesta de Todos los Santos, que se celebra no solo en España sino en casi toda Hispanoamérica (bueno, en algunos paises el puente les llega hasta el miércoles).

En México esta fiesta es extraordinaria y llena del colorido propio de los países del Caribe. Se hacen calaveras de azúcar y unas tortas que llaman “panes de muerto”, hacen figuritas de esqueletos vestidos con trajes antiguos y van al cementerio a festejar con sus difuntos o les montan en casa unos altares rebosantes de flores. No hay pena ni tristeza ni miedo, la gente viste sus mejores galas y las calles se llenan de música y alegría.

En España eran tradicionales, y todavía se celebra así en muchos sitios, las castañadas, también llamadas magosto en Galicia, gaztainarre en el País vasco, calbote en Castilla-León y castanyada en Cataluña. Evidentemente, la estrella de estas fiestas es la castaña asada. Y es que ya es tiempo de castañas calentitas y de castañeras que llenen las calles de un humo dulce que huele que alimenta. Yo, para no ser menos, y aunque todavía no hace demasiado frío, me he comprado un puñadito de castañas para asarlas y cenar así la víspera del 1 de noviembre.

Y es que se dice que en la noche del 31 de octubre no se debe cocinar sino frutos secos y frutas desecadas: castañas, higos pasos, piñones, almendras y también boniatos asados, que quedan dulzones y aromáticos. También se preparan dulces especiales, como los huesos de santo, que están hechos de mazapán rellenos de dulce de yema (seguro que en estos días los podéis encontrar en la pastelería del barrio, o si vivís en Cataluña, los panellets cubiertos de piñones).

El que podía, iba al teatro a ver “Don Juan Tenorio”; los que no, lo veíamos por la tele. En Las Palmas de Gran Canaria, desde hace varios años, se representa en las calles del barrio antiguo para que todo el quiera pueda ir a verlo sin pagar entrada.

En algunos pueblos, las campanas de las iglesias tocaban toda la noche y la gente no dormía, sino que hacían hogueras para asar castañas y batatas y los chicuelos y chiquillas jugaban a saltar por encima. Al alba se iba al cementerio y se visitaba a los familiares difuntos.

Ya sé que muchos celebraréis esa noche al modo norteamericano: el Halloween. No tengo nada contra eso… o bueno, sí, un poco: recordad que si imitamos las fiestas de otros y abandonamos las nuestras, perdemos parte de lo que somos.

No, la receta de hoy no son castañas asadas, porque para hacerlas bien hay que usar fuego de carbón y eso no es posible en todas las casas (aunque, si os empeñáis, se pueden hacer en una olla vieja grande, primero hay que humedecerlas, hacerles un corte y añadir un poco de sal, llevarlas a fuego fuerte removiendo para que no se quemen… pero advierto que la olla puede quedar inservible).

Pero sí vamos a hacer “panellets” o “empiñonados”, que es un dulce catalán aceptablemente fácil de preparar y, desde luego, delicioso.

Personal:
– 1 ó 2 Infantiles (más de 10 años)
– 1 adulto

Ingredientes:
– 150 gr de almendra rallada
– 100 gr de azúcar en polvo
– 2 huevos
– 250 gr de piñones pelados
– Agua

Materiales
– 1 lámina de silicona o papel de horno
– 1 bol mediano (puede ser de plástico)
– 1 plato hondo
– 1 cuchara de palo o espátula
– 1 cucharilla de postre
– 1 vaso
– Film plástico
– Brocha de repostería
– Separador de yemas (si puede ser)

Lo primero será separar las claras de las yemas. Para esto hay que romper el huevo con mucho cuidado y echarlo en el separador que estará puesto sobre el plato hondo procurando no romper la yema, se escurre la clara al plato y se recupera la yema y se pone en el vaso… pero por esta vez puede que sea mejor que lo haga el adulto que os acompaña.

Ahora haremos el mazapán: en el bol ponemos la almendra con el azúcar y dos cucharadas de agua y después añadimos parte de las claras ligeramente batidas, removemos con la cuchara de palo e iremos añadiendo poco a poco el resto de las claras hasta que veamos que todo es una pasta que cuesta remover (si está muy seca mejor añadir algo más de clara). Ahora hay que seguir amasando a mano (¡manos muy limpias!) hasta que quede homogénea y ligeramente pegajosa.

Una vez hecho este mazapán, preparamos una bandeja de horno cubierta con papel o lámina de silicona.

A continuación hacemos los panellets: se trata de coger trozos con una cucharilla de postre para hacer con las palmas de las manos unas bolas algo más pequeñas que una nuez, y ponerla sobre el papel de horno o silicona, apretando un poquito para que forme una base plana.

Nos ponemos en la palma de la mano extendida un trozo de película plástica y un puñadito de piñones encima; tomamos de nuevo la bola de mazapán y la ponemos sobre los piñones, con la base hacia arriba, y apretamos ligeramente para que los piñones se peguen al mazapán, antes de devolver la bola a su sitio.

Algunos piñones se despegarán, así que después de poner el panellet de nuevo en la silicona, parcheamos los huecos con más piñones poniéndolos con los dedos.

Y siguiente bola (salen unas 20 con esas cantidades). Cuando estén todos bien colocados, los pintamos con las yemas de huevo utilizando una brocha.

¡Cuidado!
No vayáis a despegar los piñones, con lo que nos ha costado fijarlos; basta con “acariciarlos” con yema; además procurad que no queden unos completamente “enyemados” y se os acabe para el resto.

¿Ya? Bueno, el resto es fácil. Los metemos en el horno que habremos “precalentado” a 200ºC, dejándolos unos 8 minutos (algunos esperan más porque les gustan los piñones más tostados, pero no demasiado porque el mazapán quedaría muy seco).

Y ahora viene lo más difícil: tener paciencia para esperar a que se enfríen un poco antes de comérselos.


Comentarios

  1. Ana Lorenzo [oct 31, 17:29]

    Ñam, esto es lo que más me gusta de estos días, la cantidad de dulces que hay :-) Lo que menos, lo de tener que esperar a que se enfríen.
    Gracias por la receta; vamos a probarla. Como no nos gustan los piñones mucho, haremos bolas sin ellos y luego pondremos glaseado, ¿le irá bien?
    Un beso.

  2. Miguel A. Román [oct 31, 20:55]

    Supongo que el glaseado irá bien (a los huesos de santo les funciona), como también hacerles un “ombligo” con el dedo meñique aceitado y rellenarlos (después de hornear) con mermeladas.
    Lo de enfriarse, sí, es un problema. Las castañas asadas como están buenas es calentitas, pero te achicharras los dedos al pelarlas. Aunque en el caso de los niños más pequeños, los dedos que se achicharran son los de sus progenitores. Qué suerte tienen algunos…

  3. Ana Lorenzo [nov 1, 10:35]

    Aquí, informando: genial lo del ombligo y el relleno de la mermelada. La receta quedó estupenda; incluso hicimos algunos con piñones para Marta, que resultó que sí que le gustaban. Y tuvimos paciencia para que se enfriaran, aunque creo que fue lo de rellenar lo que ayudó también. A Laura le gustó sobre todo lo de amasar: a esta niña me la van a pillar con las manos en la masa, no hay duda.
    Gracias, Miguel. Un beso.

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