Pequeño LdN


Con las cosas de comer, por Miguel A. Román

Cocinar no es un juego. Lo que hagamos aquí vamos a comérnoslo; así que mucha atención, disciplina, buen gusto y ganas de trabajar. Cada quince días una historia y una receta que podéis preparar vosotros mismos. A cocinar.
El autor de esta sección participa en Libro de Notas con una sección de cocina y otra de lengua.

Una pizza para Margarita

Miguel A. Román | 27 marzo 2010

Cuentan que, en 1889, estaban los reyes de Italia, Humberto I y su esposa Margarita de Saboya, recorriendo el país y llegaron a Nápoles. La pizza se inventó en Nápoles, y en esa época solo se podía comer allí, pues era casi desconocida fuera de la ciudad. Pero la reina Margarita había oido hablar de esa típica comida napolitana y se le antojó probarla para cenar.

Humberto había sido objetivo de un atentado terrorista durante su anterior visita a Nápoles y los responsables de seguridad de la visita real consideraron que era una temeridad que sus majestades fueran al centro antiguo de la ciudad a cenar en una pizzería, que eran entonces poco más que una taberna, un restaurante popular donde sería imposible garantizar la seguridad de la pareja real.

Pero Margarita quería pizza, y cuando una mujer se empeña en algo lo consigue, y si es reina ya ni te cuento. Así que a alguien se le ocurrió una idea: si Margarita no podía ir a la pizzería, la pizzería vendría hasta Margarita.

Imaginaos la cara de Rafael Esposito, reputado pizzaiolo (pizzero) de la pizzería “Pietro e basta cosi”, cuando los guardias de la escolta real aparecieron en la puerta de su local, requiriéndolo para que se trasladara al palacio Capodimonte con todo lo necesario para elaborar una pizza para su Majestad la Reina de Italia.

Por supuesto que fue. Y no hizo una, sino tres, pues como Margarita nunca había probado la pizza no sabía cuál sería la que más le gustaría; así que Rafael le dio a elegir y ella se decidió por una hecha con rojo tomate, blanco queso mozarella y verde albahaca. ¿Por qué esa? Pues, sencillamente, porque eran los colores de la bandera italiana.

A la reina le encantó aquella pizza, y, cuando preguntó cómo se llamaba, Rafael le respondió:
– A partir de ahora, Majestad, se llama Pizza Margarita.

Hay quien dice que la receta de la pizza Margarita existía ya de antes, y que lo que hizo Rafael fue ponerle nombre. Puede ser cierto, pero de lo que no me cabe duda es que Rafael fue el primero en servir una pizza “a domicilio”, cien años antes de que las pizzas recorrieran las ciudades a lomos de motocicleta.

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Por supuesto que, para la receta de hoy, podríamos comprar en cualquier supermercado una “base para pizza” ya preparada y envasada; pero ¿dónde está vuestro espíritu cocinero? Aquí somos capaces de hacerlo todo, incluso una auténtica masa para pizza napolitana.

Personal:
– 2 alevines (a partir de 8 años) ó 1 benjamín y 1 alevín (a partir de 6 años)
– 1 Adulto

Ingredientes:
Para la masa de pizza:
– 300 grs de harina de fuerza (* ver nota celiacos más abajo)
– 150 ml de agua
– 50 ml de aceite de oliva virgen extra
– 1 cucharadita de sal fina
– 1 sobre de levadura de panadería (granulada)

Para el relleno:
– Aceite de oliva virgen extra
– Tomate triturado (vale de lata, en cualquier caso sin piel ni semillas)
– Queso rallado (mozarella tierno o para fundir, cheddar, cualquier queso que se derrita bien)
– Lo que queráis: pimiento, anchoas, aceitunas negras, jamón, champiñones, mezclas de quesos, vuestros ingredientes preferidos.

Material:
– 1 batidora para masas (opcional)
– 1 brocha de cocina
– 1 bol de plástico
– 2 platos anchos de cerámica o cristal resistente al calor
– Manoplas de cocina

Advertencia: Hay que empezar unas tres horas antes de comer.

¿Y si yo no puedo comerlo?
Un celiaco es una persona que no puede comer trigo ni su harina porque contiene una sustancia llamada “gluten” que le hace daño. Algunos niños celiacos nunca han probado la pizza porque a pocos comercios les interesa hacerlas con harinas especiales para ellos. Si eres celiaco, o conoces algún niño celiaco (seguro que en tu colegio hay algunos), recuerda que esta receta se puede elaborar exactamente igual con harinas sin gluten: utiliza harina de soja o una mezcla de 200 grs de harina de soja y 100 grs de harina de maiz. La levadura granulada es levadura natural y es apta para celiacos. También hay que utilizar un queso natural rallado en casa. Por supuesto, en los ingredientes del relleno debes evitar productos con gluten.

Comenzamos:
Calentamos el agua (p.ej. 1 minuto en microondas) y disolvemos en ella la cucharadita de sal (ojo: el vaso puede estar muy caliente). Mientras dejamos enfriar algo el agua mezclamos en un cacharro de plástico la harina y la levadura granulada. Hacemos un hoyo en la harina y vamos echando dentro el agua salada y después el aceite.

Recuerda:
La levadura son seres vivos, organismos microscópicos que reviven con el agua tibia y se alimentan de los hidratos de carbono que contiene la harina. Pero agua demasiado caliente o con demasiada sal pueden matarlos o debilitarlos y la masa no fermentará bien.

Removemos con una cuchara de madera o, mejor todavía, con una batidora especial para masas (que tienen dos varillas retorcidas en espiral). Removemos o batimos hasta que la masa tenga consistencia y se despegue de las paredes del bol (nota: si queda como terrosa se puede añadir muy poco agua, cucharadita a cucharadita). Al final habrá que seguir amasando sobre la mesa a mano, apretando con los nudillos y doblando y estirando hasta que quede bien mezclada y homogénea.

Truco: Poniéndonos en las manos un poco de harina no se nos quedará la masa pegada a los dedos.

Cuando esté la masa bien hecha la dividimos en dos y hacemos con cada parte una pelota, que quedará del tamaño de una naranja. Ahora las dejamos en el fondo del bol, separadas entre sí y cubiertas (p.el con un paño de cocina limpio) y esperamos unas dos horas. Durante este tiempo las levaduras irán consumiendo una pequeña parte de la harina y convirtiéndola en gas carbónico, de tal forma que las bolas se hincharán hasta llegar al doble de su tamaño (y por eso es importante que las pongamos un poco separadas).


¡Eh, no vale mirar! Si estáis todo el rato destapando y tapando, alteráis la temperatura y humedad y las levaduras se darán cuenta. Paciencia.

Seguimos:
Pasadas las dos horas, encendemos el horno, máxima temperatura (más de 250ºC). El horno debe estar ya caliente cuando se introduzcan las pizzas.

Junto a las bolas (que, por cierto, se llaman “pannetti”), preparamos dos platos que engrasamos primero con unas gotas de aceite de oliva untadas con los dedos.

Ahora, nos restregamos las manos con un poco de harina y, con mucho cuidado, cogemos una de las bolas (suave, como si cogiéramos un pajarillo). La sujetamos con todos los dedos por un extremo y se estirará hacia abajo. Girando despacio, como si fuera un volante, siempre en la misma dirección, se irá estirando por su peso tomando forma de disco. Unas pocas vueltas de volante y la depositamos en el centro de un plato. Con cuidado de no romperla, vamos estirando sus bordes hasta que cubra casi todo el plato. Hacemos lo mismo con el otro pannetto y al otro plato.

¡Cuidado!
La masa es elástica y no se romperá con facilidad, pero aun así hemos de ir con mucha suavidad. Si se rompe un poco no es problema, pero si se hace un agujero grande, con un trocito del borde podemos hacer un parche.

Sobre la pizza formada echamos un poco de aceite de oliva y lo extendemos con una brocha suave y en el mismo plato las llevamos al horno solo cuatro o cinco minutos, lo justo para que la masa se endurezca y no absorba los líquidos del relleno.

¡Cuidado!
El horno estará muy caliente. Cuando se abra, retirad la cara para que el aire no os queme. Poneos unas manoplas acolchadas y sacad las bandejas sin tocar las paredes ni el interior de la puerta.

Sacamos las pizzas del horno y, cuando se enfríen un poco, las rellenamos. Primero seis o siete cucharadas de tomate triturado (también vale tomate frito) que extendemos con la brocha y después esparcimos unos puñados de queso rallado. Por último el resto de los ingredientes que hayamos elegido, repartidos por encima con las manos.

Ahora sí, al horno definitivamente, unos veinte minutos, tiempo suficiente para recoger todo lo que hemos dejado por medio.

Bueno, y si los ingredientes que habéis elegido no forman parte de una pizza que ya tenga nombre, podéis hacer como Rafael y ponerle vuestro nombre a esa combinación.


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