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Los viajes de Ágata, por Iria y Sabela Aldrey Dono

Ágata tiene 11 años y es una niña lista y curiosa. Su gata Cristy es dormilona y tranquila. Las dos son muy distintas, pero comparten una afición: ir a la biblioteca de su barrio todos lo miércoles. Un día descubren en la biblioteca un libro mágico con el que pueden viajar a diferentes épocas y conocer todos los libros del mundo. Cada viaje será un misterio y un gran aventura. Tú puedes viajar con Ágata y su gata Cristy y ayudarlas a descubrir los misterios que encierran sus viajes ¿Te atreves? Escrito por Sabela Aldrey y dibujado por Iria Aldrey.

Capítulo 1. Ágata y Cristy en: El Libro Mágico

Iria y Sabela Aldrey Dono | 22 septiembre 2012

La protagonista de esta historia se llama Ágata y tiene once años. Su mejor amiga es su gata Cristy. Cristy es muy lista, pero en ocasiones es demasiado tranquila y le encanta dormitar en cualquier rincón. Eso a Ágata le pone nerviosa porque a ella le encanta caminar, explorar sitios e investigar.

A pesar de ser tan distintas, Ágata y Cristy comparten una afición: ir a la biblioteca de su barrio todos los miércoles. A Ágata le gusta ir a la biblioteca porque le encanta mirar las grandes estanterías llenas de libros. Le gusta el olor de los libros y la variedad de colores de sus lomos. A Cristy le gusta la biblioteca por otra razón: en ella puede cazar algunas moscas.
Por todo esto, las dos amigas van juntas a la biblioteca. Ágata tiene que esconder a Cristy en un bolso grande para que la bibliotecaria no lo descubra.

Un miércoles cualquiera, Ágata y Cristy van a la biblioteca del barrio. Allí la niña decide recorrer los pasillos dedicados a las novelas de misterio. Mientras tanto Cristy asoma sus ojos verdes fuera del bolso para buscar a sus presas. Cuando por fin ve una mosca decide salir del bolso para cazarla. Ágata corre detrás de su gata a lo largo de los inmensos pasillos.

Cristy ha corrido tanto que Ágata le ha perdido de vista. La niña está asustada. La busca por todas partes.
“¿Dónde se habrá metido esta gata tan desobediente?”
De repente oye un maullido que proviene del otro extremo del pasillo. Sin duda es Cristy. Sin embargo, cuando la niña llega al otro extremo no ve a su gata. ¿De dónde procede el maullido?
Ágata observa bien toda la zona y se de cuenta de que los maullidos de Cristy proceden de la pared izquierda. En la pared hay una pequeña puerta. La niña no había visto esa puerta en sus anteriores visitas. Debe de tratarse de una puerta secreta. Aunque está un poco asustada, Ágata decide entrar. Allí está Cristy con sus ojos verdes muy abiertos.

De repente la puerta se cierra y las dos se quedan solas en medio de la oscuridad de un sitio desconocido. Pero, cuando menos se lo esperan, se enciende una luz a lo lejos. Parece la luz de una linterna y ambos caminan hacia ella. Cuando llega a su destino comprueba que sí se trata de una linterna y que alguien la sostiene. Un hombre vestido con ropa de otro siglo tiene la linterna en su mano derecha y un gigantesco libro en su mano izquierda. Ágata se queda sin palabras.

—Hola niña. Me llamo Julio. Julio Verne. Encantado.
El hombre deposita el gigantesco libro en el suelo y le tiende la mano a Ágata. Parece un hombre amable.
—Hola Julio. Yo me llamo Ágata.
—Encantado de conocerte, Ágata. Bonito nombre. Te llamas igual que una vieja amiga.
Cristy mira a Julio con cara de pocos amigos. Julio intenta acariciar su lomo para saludarlo, pero la gata se escabulle.
—Parece que a tu gata no le gusto.
—No se preocupe. Es habitual en ella. No le gustan los desconocidos.
—Pero yo no soy un desconocido. Yo soy Julio Verne, el escritor.
—*¿Es usted escritor?*
—Sí. ¿No me conoces? ¿No te suena el libro “Veinte mil leguas de viaje submarino”? ¿O “La vuelta al mundo en ochenta días”?
—No… ¿De qué época son?
—Son de hace poco tiempo. Del siglo XIX.
—Es que si son del siglo XIX no los conozco. Todos los libros que he leído son de mi época. Del siglo XXI.
—Entiendo. ¿Y no te gustaría leer libros de otras épocas? ¿Del pasado?
—Creo que no son demasiado interesantes. Un día intenté leer uno de hace mucho tiempo y no me pareció divertido. Las palabras eran complicadas y la historia era muy rara.
—Eso te ocurrió porque no conocías la época del libro. Para disfrutar de los libros del pasado tienes que sumergirte en la época en la que fueron escritos. Tienes que conocer a la persona que escribió el libro, cómo era, cómo pensaba, para qué público escribía…
—Ya. Pero eso lleva mucho tiempo.
—No tanto, Ágata. Yo tengo la solución para ese problema. Si quieres conocer todo sobre los libros basta con que abras este que he dejado en el suelo.
—¿De veras? ¿Sólo tengo que abrir un libro para conocer todos los demás?
—Sí. Así de fácil. ¿Te atreves a abrirlo?
—Por supuesto. Me encantan los misterios y las aventuras. Y a Cristy también.
Cristy no parece estar muy de acuerdo con esta afirmación, pero como no sabe hablar no puede replicar y se limita a bajar la cabeza en señal de desaprobación.

Así que Ágata abre el libro. Y casi sin darse cuenta Julio Verne desaparece y ella y Cristy ya no están en la oscura sala secreta de la biblioteca. Están en otro sitio. Un sitio en el que los hombres y las mujeres visten con largas túnicas blancas. “¿Dónde estamos?” Se pregunta Ágata.

¿Puedes adivinar en qué libro se ha metido Ágata esta vez? Ella ha anotado algunas pistas en su libreta de hacer listas, puedes resolver el misterio en los comentarios de este capítulo.


Comentarios

  1. Doris Elizabeth Tafur Saldaña [sep 15, 20:03]

    Ágata y Cristy se han metido esta vez en el libro de aventuras titulado “Veinte mil leguas de viaje submarino”

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